"Para Jacques Derrida, el Contrato Social es una contra-violencia ejercida sobre una violencia originaria que es la del don originario como exposición incondicional al otro: tanto al mal que de él puede proceder como al mal que podamos infligirle. Donar la Diké, donar la Justicia, implica probar nuestro gesto sobre el telón de fondo de la A-dikia, de la posibilidad misma del mal, del error y de la injusticia. ¡No existe aquí garantía trascendental!"
Armando Almánzar-Botello. ¿Antígona frente a Creonte? A propósito de justicia, decisión ética y juridicidad. http://tambordegriot.blogspot.com/2012/02/antigona-frente-creonte-proposito-de.html
Por Armando Almánzar-Botello
La idea de justicia tiene un inevitable fundamento místico señalado por muchos filósofos. Ella, más que un contenido específico, jurídico-moral, es una línea de fuga en la que se ve afirmada la multiplicidad, aunque también, necesariamente seleccionada, tamizada por nuestra elección y decisión éticas.
La justicia, como línea de fuga, implica el respeto a lo diverso en sus múltiples grados de potencia, el "dejar ser" al otro, a “lo otro” desajustado, en una afirmación activa, conflictivo-selectiva de lo dispar.
Si pensamos que cada sujeto y cada cosa podrían constituirse a sí mismos en centros de fuerza, en códigos absolutos que aspiren a su soberanía, la justicia sería la línea de tensión y fuga en la que, asintóticamente, intentaremos afirmar-conciliar, en una síntesis disyuntiva inclusiva, ese carácter absoluto y soberano de todos “los existentes” en el juego espléndido de los diversos grados de fuerza y de potencia que ofrecen, en el plano de la inmanencia, los sentidos-acontecimientos plurales, irreductibles en su heterogeneidad.
Si como decía Heráclito: "La lucha de los seres innumerables es pura justicia", con la idea implícita en dicho fragmento de un cierto respeto al “conflicto” en la diversidad que se despliega en una "economía de la violencia", también podríamos decir con Nietzsche: Fuerte no es lo que aplasta, sino lo que, por su sano y pleno desarrollo, crea jerarquías justas y relativamente indoloras...
El "Otro" no es meramente la "persona", el “sujeto humano”, sino también "lo otro", el “mundo”, la “naturaleza”, la alteridad radical y no programada a la que hay que "esperar", “respetar” y aceptar en su pre-cedencia; un "eso" imprevisible (epistemológico, biológico, místico, tecno-biológico, cosmológico, etc) que debemos AFIRMAR-SELECCIONAR (he aquí la relación entre ética y justicia) y dimensionar en su única y plural, preciosa singularidad irrepetible.
Por simetría inversa podemos definir con una "intuición" —que bordea lo banal— aquello que constituiría una cierta manifestación de la injusticia: Existen personas, sujetos, instituciones, que ven como algo natural, caído del cielo exclusivamente para ellos, el privilegio de “comer siempre con la cuchara grande” (ontológicamente hablando), sólo porque tienen la ambición demasiado grande...
Pero el mundo, para la justicia, es policéntrico, polimórfico, polifónico...
© Armando Almánzar-Botello.
Santo Domingo, República Dominicana.
lunes, 27 de mayo de 2013
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