Si el Estado, haciendo un uso autoritario de sus facultades, niega por ley a la prostitución el espacio de la polis, esta vieja práctica se refugiará y fortalecerá, con imperecedero vigor larvado, en el seno de las familias, las iglesias, las escuelas, colegios y universidades, sin mencionar la trastienda perversa y oportunista de la gran política desdoblada contemporánea... ¿Exagero? ¡Pues a mi entender, no!
Prostitución no es sinónimo de promiscuidad. Una esposa, fiel ama de casa, matrimoniada por “la ley y por la iglesia” con su esposo y compañero único de toda una vida, puede resultar tan meretriz como cualquiera si se ofrece sexualmente con más “ardor” al marido —por el que ya no experimenta en realidad ningún interés sexual—, el día en que dicho pobre hombre cobra su mesada. Y viceversa. ¡Porque también existen “recatados” prostitutos!…
Prostitución es comerciar con el cuerpo y la sexualidad al margen del deseo real y de los sentimientos que experimenta hacia el cliente el sujeto que ofrece sus servicios. Es cobrar por el sexo que se ofrece sin sentir deseo real o amor.
Decimos lo anterior a sabiendas de que hay falsos “deseos vacíos”, sin real sustentación pulsional, creados por el Mercado y su perverso mandato superyoico al goce. De esto puede hablar con pertinencia el psicoanálisis…
La lógica prostitutiva computa los encuentros en términos netamente mercuriales y de puro interés personal. Aquí, la rentabilidad de la práctica es inversamente proporcional al tiempo dedicado al cliente. A no ser que el sujeto ofertante en el contrato prostitutivo —contrato explícito o implícito, con mayor o menor grado de male fe o engaño—, sea amante por simple interés de una persona millonaria, como hacen normalmente ciertas figuras de la farándula nacional e internacional.
Si el sujeto de la oferta prostitutiva goza efectivamente del encuentro sexual y afectivo con su cliente, sencillamente se desliza hacia otra lógica que puede coexistir con la primera, pero que, en última instancia, le resulta adversa.
Comerciar con aquellos detalles y rasgos corporales que se aceptan socialmente como bellos y atractivos en nuestras sociedades modernas: ¿Quiénes hoy no lo hacen, en un Orden Mundial Globalizado que organiza y garantiza hipócritamente la trata de blanc@s, negr@s, verdes y amarill@s, la pedofilia, la prostitución homosexual, etc., etc., etc., recubriendo dichas prácticas con el nombre perverso de “Mercado del Amor”?
Los ingenuos puritanos psico-rígidos creen poder eliminar y modular con hipócritas y autoritarias medidas administrativas, el peso libidinal reprimido de sus propios fantasmas inconscientes.
Más que unas tontas y autoritarias medidas como éstas (prohibir la prostitución, fichar, difamar y someter a la acción de la justicia a los parroquianos y viandantes que reclamen un servicio prostitutivo), necesitamos como país más educación de calidad, mayores seguridades ciudadanas y reales oportunidades de trabajo productivo para la población. ¡La fiebre no está en la sábana!
¡Ni un cruzado puritano, en lo referente a políticas públicas, como lo es Fidel Castro, pretendió eliminar de un modo absoluto la prostitución en la Cuba post-revolucionaria!
Esto es un asunto de verdadera honestidad política y conocimiento auténtico de la psico-sociología, la historia y la antropología.
Por otra parte, no todos los tipos de prostitución obedecen a las mismas causas. ¿Acaso no hay prostitución en países altamente desarrollados donde muchas prostitutas pertenecen a ciertos sectores sociales pudientes?
L@s prostitut@s no son sólo aquell@s hombres y mujeres de la “pista” que en una esquina nocturna del desamparo urbano esperan la llegada de un “pargo”, de un posible cliente sexual en el momento oportuno, para garantizar el dinero que les permita vivir por un día o dos. Tampoco lo son exclusivamente los hombres y mujeres que dejan a pedazos su vida, explotad@s o bien tratad@s en lujosos negocios de “cortinas”.
Donde menos lo pensamos está involucrada la sexualidad “interesada”, la energía libidinal prostitutiva. Se hace preciso aclarar, por lo demás, que la sexualidad no se reduce al registro de lo genital.
Por ello, debemos tomar muy en serio lo que nos dice Horst Kurnitzky en su maravillosa y aleccionadora obra LA ESTRUCTURA LIBIDINAL DEL DINERO, en la que se muestra y analiza la existencia de una relación erotizada de los sujetos con la moneda y el poder, o la presencia de una carga libidinal intensa operando en los meandros de una economía dineraria vinculada a la represión de la sexualidad femenina en el orden capitalista patriarcal, chauvinista-fálico.
Aunque hoy el modelo capitalista funciona también en una vertiente libidinal andrógina, sigue vigente el análisis de Kurnitzky.
De ello podríamos colegir, que cuando un Estado se plantea la posibilidad de prohibir la prostitución, debe plantearse de inmediato la contingencia de abolir, abrogar o cuestionar algunos aspectos podridos de sus propios poderes constituyentes…
© Armando Almánzar-Botello
Santo Domingo, República Dominicana.
Santo Domingo, República Dominicana.
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