domingo, 25 de noviembre de 2012

¿EL DIOS DE LOS JUDEO-CRISTIANOS ES UN MERO NARCISISTA?

"No puedo creer en un dios que quiera ser alabado todo el tiempo." Friedrich Nietzsche.


Por Armando Almánzar-Botello


A propósito de la frase del gran pensador alemán, debemos recordar que todo rito —cristiano o no si bien es periódico, no es continuo, es temporalmente medido, finito, circunscrito a una temporalidad regulada y a lugares específicos definidos por los correspondientes protocolos de lo sagrado. 

Además, desde el punto de vista cristiano, a Dios también se le alaba, se le adora, con nuestro permanente servicio y socorro al prójimo en sus diversas necesidades y circunstancias. 

Establecidas las premisas anteriores, debemos decir también que aquí no se discute la existencia o no existencia de Dios: tema banal, filosóficamente hablando: La creencia en Dios es un hecho de "admisión" situado más allá de lo demostrable, más allá del mero "asentimiento intelectual" (como nos recuerda el genial filósofo español Xavier Zubiri). Es un acto imponderable de fe en la persona del testigo, más que en la presunta "objetividad" del testimonio.

Nietzsche discutió y problematizó el tema de la modalidad abrahámico-judaica de “lo divino”, del poder “degenerativo” y decadente del sacerdote y la moral judeo-cristiana canónica, representada ésta, según el pensador alemán, más que por la figura misma de Jesús, por el “tshandala” Pablo de Tarso, paradigma del resentimiento y del espíritu de venganza contra la vida y lo verdaderamente “aristocrático” de la inmanencia, rasgos que definen al hombre inferior, según Nietzsche, y que son característicos del monoteísmo judío y de otras concepciones místicas vitalmente empobrecidas.

Niestzsche contrasta esa visión judía decadente, a la que considera mero nihilismo negativo, con una voluntad “aristocrática” de la afirmación vital dionística como recuperación ética y estética de ciertos valores del mundo greco-latino pagano.

Valga la digresión aparente.

Retomando el tema de la alabanza a Dios debemos resaltar que dicha prueba de amor a lo Alto, en un contexto ontológico-litúrgico cuyas aristas más sutiles pueden escapar y escapan habitualmente a la percepción consciente de la persona misma del creyente o piadoso, no es el simple reconocimiento servil de una "Entidad Trascendental", de un "Ego Divino", de “una Fuerza metafísica unívoca” o de una "Instancia Creadora Suprema", sino también un acto Fundacional Reiterado.

Por medio de la alabanza (repito: no permanente sino ritualizada, medida, calendarizada), el “Pensamiento Mitopoiético Originario”, fundador de lo Sagrado posteriormente canónico, restablece la trascendencia “objetiva” de "lo divino", la garantiza, la reasegura; reinstala una cierta “versión de lo divino” como poder trascendente en el seno tranquilizador del rito.

Son, además, rituales cuasi-apotropaicos (de apaciguamiento) de la dimensión terrible y enigmática que eventualmente pueden revestir algunas divinidades, no exclusivamente el “Dios único” (Señor Dios de los Ejércitos) característico del contexto monoteísta judaico, islámico o cristiano, es decir: abrahámico.

La función de apaciguamiento puede recibir y manifestar un “plus” de intensidad represiva en el contexto dogmático y fundamentalista de ciertos monoteísmos que mediante el recurso de la adoración fuertemente ritualizada se protegen del “retorno de lo reprimido” que amenazaría como vuelta al politeísmo, a la multiplicidad de otras epifanías o concreciones de lo sagrado-divino.

Por esa razón, psicólogos, psicoanalistas, sociólogos y antropólogos de lo sagrado, establecen una correlación probable, válida para ambientes profundamente dogmáticos, entre ritos hipertrofiados de “adoración” (latría) y “veneración” (dulía), por un lado, y, por el otro, mecanismos de defensa obsesivo-compulsivos para la  conjuración de un super-yo represivo, acompañados, eventualmente, de "pasos al acto" de naturaleza asesina y/o autodestructiva, de acuerdo con cierta nosografía psiquiátrico-dinámica.

A esa dimensión del monoteísmo caricaturizado, apunta Nietzsche con su famosa frase de mero valor retórico-polémico más que de rigor onto-filosófico.

El mismo Nietzsche, en sus descripciones de la “inspiración poética” y del “Eterno Retorno”, participa del juego “sacralización-desacralización”, aunque lo hace, desde un punto de apreciación-valoración pluralista, irónico-lúdico, no monoteísta ni dogmático, en apariencia.

Nietzsche sustituye la liturgia ascensional y catártica propia de la onto-teología, por aquellos valores 
que nos recuerda Gilles Deleuze

Referidos a Zarathustra, la risa, el juego, la danza, son los poderes afirmativos de la transmutación: la danza transmuta lo pesado en ligero; la risa los sufrimientos en alegría; el juego de lanzar (los dados), lo bajo en lo alto. Pero referidos a Dionysos, la risa, la danza, el juego, son los poderes afirmativos de reflexión y de desarrollo. La danza afirma el devenir y el ser del devenir; la risa, las carcajadas, afirman lo múltiple y lo uno de lo múltiple [univocidad del ser]; el juego afirma el azar y la necesidad del azar.

© Armando Almánzar-Botello
Santo Domingo, República Dominicana.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Chopos en invierno americano...

"[...] Un sauce de cristal, un chopo de agua, /
un alto surtidor que el viento arquea, /
un árbol bien plantado mas danzante [...]" 
Octavio Paz. Piedra de sol (Fragmento).


"Remember The Alamo!"



Por Armando Almánzar-Botello



1

El chopo es chopo...
aunque alado el copo de nieve...
lo desmienta...

2

Un álamo es un álamo...
aunque sórdida,
la copa de la sombra lo pervierta...

3

La prosodia de la sangre no es un juego:
el que piensa en olvidarla...
¡es hombre muerto!




© Armando Almánzar-Botello.
Santo Domingo, República Dominicana.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

YO “OPINO”: ¡Sí, creo en la comunicación como vínculo social!

Julia Kristeva

Por Armando Almánzar-Botello

A Rossanna Wagenaar, 
con admiración y afecto.


El lenguaje produce originariamente pensamiento, aunque éste no se presente desde el principio de la operatividad significante bajo la forma de pensamiento lógico-identitario y predicativo.

El lenguaje es una productividad en marcha que se inicia con la generación de "sinsentido". Sobre dicho "sinsentido", producido por la red pulsional de los fonemas no semantizados —“sinsentido” a entender no como ausencia de sentido sino como exceso no regulado de sentido—, se edifica la “intención significativa” cerrada, comunicativa, compartida, que hace vínculo social.

Julia Kristeva, filósofa especialista en lingüística y en psicoanálisis, desde la perspectiva de lo que podría entenderse como su primera obra magna, su tesis titulada La Révolution Du Langage Poétique: L'avant-Garde À La Fin Du XIXe Siècle, Lautréamont Et Mallarmé. Paris. Éditions du Seuil, 1974 (La revolución del lenguaje poético. La vanguardia a finales del siglo XIX: Lautréamont y Mallarmé), consideraba que antes del funcionamiento de lo "Simbólico" comunicativo (ésta es su terminología), basado en el signo, en la sintaxis y en la transmisión de significaciones abstractas y denotaciones estables, opera, como una “anterioridad cronológica y sincrónicamente transversal al signo”, a la denotación y a dicha sintaxis, una productividad "Semiótica” (Kristeva la relaciona con el concepto platónico de “chora” o matriz) vinculada con el ritmo, la prosodia, el juego de palabras, la risa, la glosolalia (vocalizaciones sin sentido preciso, específico, pero cargadas de intensidades pulsionales inconscientes y de afectos).

Kristeva establece que lo “simbólico comunicativo” no es un origen, sino que es más bien el efecto de un “proceso semiótico de producción” anterior al sentido regulado como significación transmisible, comunicable a través de un discurso normalizado por la sintaxis y por una cierta univocidad semántica.

De modo pues que el proceso significante comporta, en su realización compleja, la conjunción de una productividad semiótica no mensurable (dimensión del pensamiento no-identitario previo a la comunicación), y la dimensión de las significaciones cerradas, intencionales, que hacen vínculo social.

No obstante, esta complejidad o tensión dialéctica entre lo “semiótico” y lo “simbólico”, entre lo no idéntico y aquello regulado por la lógica de la identidad, es algo irreductible: siempre decimos, aunque haya comunicación basada en la dimensión identitaria del significado, “más de lo que creemos decir", menos de lo que espera el receptor de nuestro mensaje, otra cosa distinta a lo que nuestra intencionalidad significativa cree “expresar”, etc. 

Esa polivalencia conflictiva es parte de la comunicación cotidiana, ordinaria, llena de inevitables malentendidos, que precisamente el discurso científico, como tal, intenta reducir o eliminar... sin lograrlo plenamente jamás.

Lo que sí debe entenderse con "toda" claridad, dentro de lo posible, es que pensar estos problemas no es lo mismo que leer el periódico con las novedades del día o ver el noticiero por televisión.

¡Existen lenguajes especializados! No todos podemos “comprender”, sin previa formación en un área específica, un mensaje determinado y/o culpar al emisor de dicho mensaje por nuestra eventual incapacidad para entender el asunto.

No todo el mundo desempeña el papel de divulgador-simplificador de problemas. Pero tampoco nuestra capacidad de entendimiento es la medida universal de todo lo que se puede pensar críticamente más allá de la mera opinión. Se requiere, para saber por “dónde va la pelota” en un determinado contexto conceptual, de un esfuerzo de comprensión aplicado sobre una masa crítica y ordenada de conocimientos previos.

Como decía, más o menos, Albert Einstein cuando los periodistas le pedían una explicación “rápida y didáctica” de la Teoría de la Relatividad: Si puedo hacer que personas sin formación en filosofía, cosmología, matemáticas superiores, cálculo tensorial, lógica simbólica, y sin conocimientos del estado actual de la ciencia física, "comprendan" la teoría de la relatividad, eso que “comprenderían”, ¡ya no sería la teoría de la relatividad!

¡Y sí, creo en la comunicación como vínculo social!




© Armando Almánzar-Botello
Santo Domingo, República Dominicana.

martes, 20 de noviembre de 2012

LLAMADAS MISTERIOSAS.

"¿Quién es quién si hace teatro?" A.A.B.



Por Armando Almánzar-Botello



He recibido en mi casa varias llamadas telefónicas, en las que percibo una voz anónima extrañamente velada, con aristas virulentas que me amenazan de muerte...

Después de proferida la intimidación tremenda, sólo escucho simplemente un rumor sin sentido, que me recuerda al Congreso y su pésima poesía... a una turbulenta y onírica manifestación callejera...

Y de inmediato, un "clic" sigiloso: ¡cortan la comunicación!...

"C'est la mort — ou la morte... Ô délice! ô tourment!"

¿Será hembra la criatura... o secretamente macho?... 

"Ô délice! ô tourment!"

¿Aviso a la Policía o compro un nuevo perfume? 

¿Acepto la nueva propuesta de tarjetitas de crédito y contrato a un Detective Privado con política precaución?

¡Oh Delicia, oh tormento!

¿Será macho, será hembra mi acústica criatura?... 

¿Existe la Democracia en este país de peligros,
donde la Ley es un Juego secuestrado en un Salón?

Sin la menor duda lo afirmo: ¡la Locura es inmortal!

¡Que viva la Lucidez!
¡Que viva la Incertidumbre!




© Armando Almánzar-Botello
Santo Domingo, República Dominicana

viernes, 16 de noviembre de 2012

¡JO!

"Se hace necesario profundizar la reflexión crítica más allá del simple, astuto, cínico, y en ocasiones pueril oportunismo de ciertos grupos o segmentos de clase "vive bien en el crucero de la temporada", a los que nunca les ha importado un "pito" el destino real del pueblo dominicano en su conjunto, y que ahora simulan hablar en su nombre porque las circunstancias les obligan a regular los protocolos de "chupar la teta estatal" y sus beneficios e incentivos, para tragar también un poco de su leche fiscal. En ese turbio contexto, donde se mezclan cínicamente mansos y cimarrones, el interés y la frustrada vocación de rapiña cohabitan obscenamente con la trivialidad visceral de los insultos y la real desesperación de un pueblo llano todavía ausente en la manifestación de sus más legítimos reclamos. Entiendo que no se debe renunciar a la calidad del compromiso profundo con la práctica política transformativa. Pero hay que redefinir con más seriedad la naturaleza, los actores, los contextos y deslindes de la lucha." Armando Almánzar-Botello.



Por Armando Almánzar-Botello



Algunos “tontitos epistémicos”, con más de “micos” y “despiste” histórico-intelectual que de verdadera “episteme” y alpiste crítico, —criaturas que son “en el fondo”, pese a su burdo intento de “tigueraje pseudo-reflexivo”, verdaderos “gallitos locos” y pragmáticos “busca vida”—, creen que, con su escasa formación intelectiva (¡claro: una injusticia!), su débil pulsión epistemofílica y la “cota vital inmatura” desde la cual emiten sus banales y epidérmicos juicios cibernético-vernáculos, ¡jo!, están agotando la “medida de lo posible conceptual-humanístico” y precipitando la llegada del “Hombre Nuevo”. 

Citan en sus “lienzos”, aplicadamente, a “picto-periodistas” de quinta categoría “súcuba”, como si estuvieran haciendo referencias a grandes teóricos o estrategas de la “picto-política” y la “vita nuova” socio-cultural, y se creen muy originales por el hecho simple de ignorar que eso que “pintan” tan orondamente como “propio”, no es más que el mero dibujito empobrecido, descolorido, “grado xerox en la teoría plástica”, de los trazos grandiosos de un Giotto di Bondone, un Raffaello Sanzio, un Tiziano Vecellio y/o un Pablo Picasso, verdaderos genios creadores que resultan lamentablemente desconocidos en su obra estético-política efectivamente transformadora por aquellos arrogantes “sujetitos-pictóricos-pintorescos” de marras... ¿Postvanguardistas?... ¡Jo!

Estos “inquietos” picto-pelafustanes, padecen la ceguera fatal que provoca en las canquiñas el tener por maestros de “esculto-pintura” a pésimos merengueros disfrazados de compositores líricos y/o sinfónicos, y el tratar de “picotear sapiencia contumaz” desplazándose, fundamentalmente, en el reino fragmentario de la Realidad Virtual (RV), vicio que anula el “pathos” de las distancias y las auténticas jerarquías del espíritu para traer como “retorno de lo reprimido” las movilizaciones acéfalas —y en ocasiones, simplemente canallas— que hace ya 723 años y medio se produjeron en el reino político de una cierta roñosa y/o maquillada materialidad física pseudo-turbulenta, usurpadora de las legítimas instancias. ¡Y después pretenden un título “nobiliario”! ¡Jo!

A esos presumidos “tunantitos” del ejercicio pseudo-libertario y de las artes liberales “google-babelizadas” (pese a sus afeites, vestiditos, pullover sweaters y otras malas artes de circo pletóricas de simulaciones), les recuerdo las palabras de nuestro insigne humanista Don Pedro Henríquez Ureña cuando cuestionaba la falsa originalidad de los "pelafustanes":

«¿Dónde, pues, comienza el mal de la imitación?
Cualquier literatura se nutre de influjos extranjeros, de imitaciones y hasta de robos: no por eso será menos original. La falta de carácter, de sabor genuino, no viene de exceso de cultura, COMO FINGEN CREER LOS PEREZOSOS, ni siquiera de la franca apropiación de tesoros extraños: hombres de originalidad máxima saquean con descaro la labor ajena y la transforman con breves toques de pincel.

PERO EL CASO ES GRAVE CUANDO LA TRANSFORMACIÓN NO SE CUMPLE, CUANDO LA IMITACIÓN SE QUEDA EN IMITACIÓN.

Nuestro pecado, en América, no es la imitación sistemática —que no daña a Catulo ni a Virgilio, a Corneille ni a Molière—, sino la imitación difusa, signo de la literatura de aficionados, DE HOMBRES QUE NO PADECEN ANSIA DE CREACIÓN ; las legiones de pequeños poetas [y de pseudoteórico-prácticos] adoptan y repiten indefinidamente en versos [y en banales ideologemas] incoloros, “el estilo de la época”, los lugares comunes del momento.
» Pedro Henríquez Ureña.



© Armando Almánzar-Botello.
Santo Domingo, República Dominicana.

sábado, 3 de noviembre de 2012

LA FAMILIA EN CRISIS

Modulaciones oníricas de la Utopía

"Pienso en familias donde habría no solamente dos o tres madres, sin contar los padres [o las suplencias sinthomáticas del padre], sino en familias compuestas de 3 + n padres. Eso ya existe. Y actúa, además, en el inconsciente de las familias más "formales". Si se toma seriamente en cuenta la complejidad ya efectiva de las relaciones parentales en las sociedades occidentales, se tiene una primera idea de la futura madeja." Jacques Derrida

         Portada del libro de Donna Haraway "Simians, Cyborgs and Women".


Por Armando Almánzar-Botello


A Jacques Lacan, in memoriam.
A Élisabeth Roudinesco.
A Narciso Isa Conde.





El nombre-del-padre, la función paterna y la metáfora disyuntiva-conjuntiva, elementos reguladores que operan en el seno de la familia como instancias del lógos separador-vinculador en su carácter de principio tradicional de autoridad en las sociedades androcéntricas occidentales (E. Roudinesco), han sido violentamente erosionados —proceso que se acelera a partir de una cierta etapa de la modernidad o postmodernidad—, por una racionalidad económica y cognitivo-instrumental que sólo reconoce como única o básica garantía del lazo social, del vínculo cultural o del nexo de convivencia, al poder económico hipostasiado, absolutizado, voluntarista, y al dominio tecno-científico manipulador. ¿Adiós a Papá? 

Paradójicamente, sólo pensamientos polivalentes y complejos, alertados por el psicoanálisis freudo-lacaniano y por el marxismo, orientaciones tradicionalmente ligadas al llamado "sesgo falogocéntrico", pueden ofrecer las más afinadas capturas conceptuales de la mencionada crisis parental del androcentrismo y de las mutaciones que ya se perfilan en las estructuras familiares propias del mundo capitalista de Occidente.   

Un catastrófico proceso de tribalización galopante y de promoción de lo que Jean Baudrillard denominaba “androginia metastásica”, se confunde con las llamadas Leyes del Mercado y con la crisis de las estructuras de parentesco.

El riesgo, la peligrosidad de esta crisis, como bien lo señala Élisabeth Roudinesco, se puede medir en el esfuerzo desesperado de ciertos sectores por restaurar una figura super-yoica y perversa de "dios-padre", mediante el abocamiento a una nueva forma de tiranía que pretende rehabilitar viejos fantasmas dictatoriales, autoritarios y feroces. Paradójico intento de salvarnos del caos mediante un retorno supuestamente apotropaico y talismánico de lo monstruoso reprimido, que vuelve, sigilosamente, transmutado en presunta instancia benéfica, salutífera y salvífica, convertido en aparente amuleto para exorcizar el desastre y salvar al orden social de su disolución.

Aclaramos que este fantasma del “padre-salvador” que retorna, es un complemento perfecto de la estructura criminal del biopoder mítico y de la crisis misma que se pretende conjurar con una apelación desesperada al viejo autoritarismo.

De hecho, para superar en profundidad esta crisis se requiere de una nueva estructura familiar, permeada y regulada por una racionalidad activa que deje lugar a la desnudez del Acontecimiento, a la posibilidad “sanadora”, benéfica, de la “co-apropiación y la trans-apropiación” (Ereignis: Heidegger).

El nuevo espacio familiar que germina hoy sobre las deterioradas instituciones patriarcales (viejas familias en crisis, ejército, iglesia, partidos políticos tradicionales, etc.), permitiría, quizá, el encuentro efectivo con lo heterogéneo, el diálogo con la diferencia y el posible respeto positivo a la radical alteridad del otro. Se esperan, en un escenario de profundas transformaciones antropológicas, nuevas suplencias estabilizantes y sublimaciones sinthomáticas de los nombres-del-padre...

A través de una Verwindung-Andenken, pensar-actuar-rememorante, superador del Ge-Stell, entendido este último como estructura de imposición o dominación tecnológica (Heidegger), se prefigura el espacio de una nueva socialidad efectivamente dialógica en el horizonte de lo que Jacques Derrida concibe como “la democracia por venir”.

Derrida nos dice que, si bien la familia no es a-histórica, es una estructura matricial transhistórica que varía en su dinámica, su política y su estructura, pero conservando siempre cierta capacidad de producción/aniquilación de subjetividad. 

Considera Derrida que frente a la presente decadencia del modelo familiar nuclear burgués, y con las posibilidades que ofrecen en su ambigüedad problemática las mismas tecnociencias (la genética molecular, la genómica, etc.), debemos entender como algo inevitable el abrirse a nuevas estructuras parentales, por lo demás, ya en curso de articulación localizada, con los pro y los contra que dicha apertura conlleva (Donna Haraway).

Esa inédita bisagra simbólica de una familia redefinida y reorientada en sus estrategias (É. Roudinesco, D. Haraway), operando como espacio simultáneamente conjuntivo y disyuntivo entre lo micro y lo macro político y social, debería promover la multiplicidad, el lazo trans-binario entre las partes y la dimensión creativa, democrática y multiforme de sus mecanismos de regulación, de sus instancias de “auto-eco-organización” (E. Morin).

Ello vendría a sustituir la lógica destructiva de la simple “apropiación” capitalista que aplasta y sumerge a la “otredad” en el agujero negro de la misma estructura familiar en crisis, o que sólo reconoce y “respeta” en ese “otro” su poder adquisitivo en el seno de las relaciones de producción-distribución-consumo, su capacidad funcional de control y eficacia en el contexto de los poderes establecidos, su mera obediencia o subordinación a los poderes fácticos más mercuriales y ligados a la más cruda conveniencia economicista.

La familia, como aparato ideológico del Estado Capitalista en crisis, se manifiesta como una simple y perversa micro-empresa de promoción de la competencia, del mero cálculo de conveniencia entendido como prosecución prostitutiva de las estrategias de beneficio egoísta, y en muchas ocasiones, de simple goce retorcido y éticamente ilícito.

La ética no se reduce a la moral espuria de la conveniencia digitígrada.

La familia mutilada, tribalizada y pervertida por el biopoder capitalista, ha devenido desde hace largos años en espacio que fomenta la rivalidad y los celos (M. Foucault, D. Cooper, R. D. Laing, A. Esterson), el aprovechamiento ciegamente pragmático de la llamada “educación-formación-cultura”, e incita al consumo voraz de los diversos objetos del mundo entendidos en clave mercantil, hedonista y escaladora.

Las diversas instituciones del sistema capitalista "senil", patológico, inhumano, constituyen, en mayor o menor grado y en sus protocolos internos de funcionamiento (como bien lo demostró en el pasado Siglo XX la psico-higiene y la psicología institucional de un José Bleger, por ejemplo), espacios proyectivos en los cuales los diversos sujetos-agentes efectúan procesos de producción y reparación simbólica de objetos y daños imaginarios, muchas veces vacíos de real significación macro-social y de genuino valor para acrecentar las intensidades vitales de los sujetos.

Allí, repetimos, en este campo institucional atroz, los sujetos actúan mecanismos de reparación fantasmática de lesiones psico-sociales y se proponen la adquisición de supuestas insignias ideales de poder en un territorio de violencia obtusa e improductiva y de obsolescencia programada, cuya única finalidad es garantizar la permanencia del Orden más injusto y antidemocrático productor de falsa alegría afirmativa, meros valores reactivos, tristeza y sufrimiento generalizados (J. Lacan, J. A. Miller).

No está demás recordar que dicho contexto institucional de ideología pseudo-familiarista extendida, de privilegios y grupismos-favoritismos, opera hoy como "territorialidad perversa y arcaica del artificio" (G. Deleuze) al servicio del gran capital financiero.

En dicho recinto “familiarista” estallado se exalta, con más fuerza que nunca, la grotesca y descarnada lucha por la vida en una “atmósfera difusa de odio renegado” y asignación caprichosa de roles, máscaras y papeles en función de los intereses del Poder más inicuo, mentiroso y genocida.

Los “bienes” que promueve la “familia-empresa” patológica tardo-moderna, coinciden con la más trivial bisutería del Mercado, la misma que garantiza a los agentes de la Bolsa Cultural, cuyo Padre Ideal es Don Negocio, la “mascarada del goce” y del estatus en su vacua mostración de falsa cura.

La ausencia de genuina solidaridad, promovida estructuralmente por el sistema y sus agentes del poder político-económico, se tapona con un cinismo polimorfo y sus descaros múltiples, con el disimulo minucioso y mezquino de los motivos egotistas, “humaniteros” y pseudo-filantrópicos de la acción, y con el fetichismo tecnológico pueril que coloca al gadget informático (junto al animal fetichizado y pseudo-protegido en sus derechos) en el lugar de “partner ideal” y gran Otro sin fisuras.

A esto se suma la vocación de gasto suntuario y de consumo conspicuo (T. B. Veblen) promovida por el aparato familiar para intentar la compensación artificial e inauténtica de las más profundas minusvalías y resentimientos psico-sociales del sujeto (A. Adler), mas no para contribuir a su liberación en un nuevo proyecto convivencial   (I. Illich) que permita, a través de un contrato de equidad y justicia social, la satisfacción de sus diversas e históricas necesidades concretas.

La familia tradicional decadente —lo que de ella queda en el mundo occidental—, castiga a sus miembros cuando se apartan de esos mandatos super-yoicos del “¡goza!” fálico, del “principio de placer-principio de realidad”, verdaderos “imperativos hipotéticos”, cada vez más explícitos, de productividad como dominio, de eficiencia mercurial, de maximización de beneficios y reducción de los conflictos al “cero nirvánico” en nombre de la mayor de las violencias: la destrucción del sujeto simultáneamente único, múltiple, conflictivo-creativo, pensante, contradictorio y actuante.

La maquinaria familiar, estructuralmente hablando (sin dudas que hay excepciones a esta norma), es hoy por hoy un simple negocio o contrato fraudulento regido por las leyes del Mercado y la ignominia política oportunista.

Las auténticas y necesarias jerarquías que deben existir en las estructuras familiares e institucionales, determinadas por criterios válidos de madurez cognitivo-afectiva integral y por auténtica “experiencia creativa” de sus miembros, por un capital simbólico adquirido con real esfuerzo, metabolizado y diferenciado al ritmo de una genuina asimilación y cuyos contenidos y beneficios se desean transferir por vías pluralistas, democráticas, no sometidas a la mera violencia espectacular, pragmático-egotista o simplemente mercantil, ceden ahora su lugar al establecimiento de jerarquías espurias, no basadas en la equidad, en la igualdad de oportunidades, en la justicia o en la multiplicidad convivencial, sino sustentadas en el mismo poder económico fanfarrón e hipostasiado que oprime a lo múltiple en el seno de la dimensión macroscópica de cierto Contrato Social.

Este espacio capitalista perverso de interacción y "sujetación" se descubre subordinado en última instancia a las reglas del capital glocal militar-financiero, con vocación de convertirse en Amo absoluto de la realidad planetaria criminalmente homogeneizada en su pseudo-diferenciación espectacular.

Debemos resaltar el hecho de que lo apuntado anteriormente sobre la decadencia de una cierta manifestación histórica de la familia y de las estructuras sociales con las que ella guarda una relación compleja "endo-exo-causal", no constituye un simple problema moral sino una problemática de amplitud antropológica, de magnitud histórica, económico-política, jurídica, psicológica, que debe ser analizada y enfrentada sociedad por sociedad, sin que esto excluya las alianzas coyunturales transversales y/o transvernáculas entre las llamadas fuerzas emergentes de vocación pluralista y radicalmente transformadora que se manifiestan biopolíticamente en el seno de las poblaciones (G. Deleuze. M. Foucault, G. Agamben).

El problema señalado no se enfrenta con una simple apelación a las buenas costumbres. No es asunto de un retorno a la supuesta dignidad folclórica de nuestros abuelos. Implica una multiplicidad de luchas que podrían expandirse desde la práctica programática de la desobediencia civil hasta la toma del poder y control efectivo de ciertos estamentos sensibles del Estado y de la Sociedad Civil Popular, con miras a la transformación profunda de las estructuras simbólicas, tecno-científicas, socio-económicas y jurídico-políticas que co-determinan la crisis de las estructuras familiares del capitalismo y sus valores nihilistas reactivos…

Como hemos repetido en otros contextos de nuestras modestas reflexiones, se hace necesario un combate político que abarque un doble registro. Por un lado: la lucha popular, descentralizadora, de cara a la comunidad local y global, una lucha que intente construir una cierta neo-autonomía relativa desde abajo, sustentable, abierta a múltiples formas de propiedad y gestión de los capitales económico, social y simbólico, y, por el otro: una lucha por redefinir el papel del Estado, por pensar u orientar sus vínculos con el funcionamiento ya efectivo de nuevas configuraciones familiares y macro-sociales, en un proceso de profunda renovación de las políticas públicas y privadas, orientado por la búsqueda de inéditas relaciones de producción.


2003




© Armando Almánzar-Botello
Santo Domingo, República Dominicana.