Por Armando Almánzar-Botello
La FELICIDAD (o la ESPERANZA) existe, pero "no es para nosotros"... Algo así le comunicaba Franz Kafka a su amigo Gustav Janouch.
¿Quería significar el gran escritor checo que no podemos nunca disfrutar de ella, que nos está vedada toda felicidad? …¡No! Quería decir, sencillamente, que aquello que nos hace felices no aparece allí donde lo esperamos.... que la felicidad existe a la medida de cada singularidad o sujeto... Tyché, decían los griegos: encuentro indeterminado, no calculable, con lo Real... Lo mismo acontece con la Desgracia...
Lo que es la felicidad para 'Juan' no lo es para 'Pedro'. Esto no niega la posibilidad de luchas programáticas por el bienestar común... Pero, esencialmente, para cada sujeto, la felicidad es lo imprevisto, lo contingente... ¿Como La Revolución, en la que todavía algunos seguimos creyendo?... ¿Como las pequeñas y diversas revueltas cotidianas que marcan un destino, y secretamente nos transforman?...
El tema de la felicidad en relación con el mencionado pensamiento de Kafka me fue sugerido (además del mismo libro de Janouch, "Conversaciones con Kafka") por una reflexión del filósofo italiano contemporáneo Giorgio Agamben (en su obra "Profanaciones", Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2005, página 23.)
Es muy amplia y matizada la literatura sobre el tema de la felicidad en Occidente, desde la antigüedad greco-latina: Platón, Aristóteles, Séneca... hasta San Agustín, Kant, Gracián, Nietzsche, Freud, Proust, Russell, Adorno, Lacan, Miller, etc.
Mientras el 'entusiasmo' es para ciertos filósofos como Immanuel Kant la clave de la felicidad, Jacques Lacan, coincidiendo en esto parcialmente con el gran escritor Marcel Proust, concibe una "felicidad pulsional" a la que el sujeto no aspira —puesto que desde el principio está situado en ella—, pero de la que se informa por mediación de la contigencia del encuentro con lo Real, y a la que modula por un subsiguiente goce temperado por el significante.
En ese sentido, Theodor W. Adorno decía: "Con la felicidad acontece igual que con la verdad: no se la POSEE sino que SE VIVE EN ELLA."
Para Lacan y Miller, existe una separación radical entre deseo y felicidad. Sólo el encuentro contingente, fortuito, casual con el objeto puede generar la felicidad como posicionamiento particular, idiosincrásico, de un sujeto con respecto al goce, en el contexto de una particular historicidad o regimentación discursiva de los modos de 'jouissance' o goce propios de cada época...
Aunque esa 'felicidad' del goce anule provisoriamente los marcos referenciales y los pretiles de seguridad del Yo...
24 de junio de 2012
© Armando Almánzar Botello.
Santo Domingo, República Dominicana.
ORIGINALMENTE PUBLICADO EN FACEBOOK