Franz Kafka
Por Armando Almánzar-Botello
A la memoria de Franz Kafka
Recibió, pacientemente, durante mucho tiempo, aquellos burdos pinochos de madera.
En algunas ocasiones, tan sólo recibía simples trocitos de palo muy mal articulados; en otras, meros carretes de hilo, pequeños trozos de vidrio, papelitos y cartones con manchas enigmáticas, bolitas y dados corroídos por los golpes del juego en el transcurso de los años…
Y el Amor Intellectualis operaba con todo su poder transfigurante sobre aquellas marionetas y desechos desprovistos de sentido y de auténtica vida.
El hombre iba devolviéndolos, con ternura y comprensión perseverantes. Mansamente retornaba, en lugar de lo inerte recibido, niños luminosos de carne y hueso, aire lúcido cantando, materia iluminada por el soplo sefirótico, morfología y sintaxis de vocación celeste, anima mundi en letras de fulgor inveterado.
Hasta que oyó la voz de Dios diciéndole: “¡Detente ahora! Eres ya el verdadero responsable de tus traviesas e imperfectas criaturas. ¡Oh tú, pobre Corrector de Estilo!”
© Armando Almánzar-Botello
Santo Domingo, República Dominicana.
Santo Domingo, República Dominicana.
No hay comentarios :
Publicar un comentario