CARGADA LA PROSODIA DE MEMORIA IMPETUOSA Y DE LEGÍTIMO ORGULLO
Máquina a escala nanométrica.
Puesto de venta de frituras en Villa Mella, República Dominicana.
Por Armando Almánzar-Botello
Hay poetas de ultravanguardia que amamos realmente, casi desde nuestra remota y hostigada pubertad -sin poses ni engreídos postvanguardismos cosméticos-, los vectores tetradimensionales, la segunda ley de la termodinámica, la teoría de catástrofes, las diversas concepciones del caos con sus atractores de Lorenz y estructuras disipativas de Prigogine; los objetos fractales de Mandelbrot y la nanotecnología húmeda; la semiosis ilimitada y la textualidad recursiva; los Clásicos leídos con los métodos de la semiótica y la hermenéutica; el neo-marxismo lacaniano y la Universal Revolución; la genética molecular y la manipulación del genoma; los gradientes y diagramas físico-matemáticos, filosófico-deleuzianos también; el hipertexto, el genotexto, el metatexto, el paratexto, el architexto… la diversa y abismal archiescritura... las novísimas escripciones en precipicio cuántico y las flores barrocas y transgénicas sin olor... sin embargo, en el fondo sin fondo de nuestro desamparo místico, trágico, político, epistémico, lúdico, líquido, ¡nietzscheano!, somos tan patrióticos, nostálgicos y vernáculos, que degustamos devotamente mabí de bejuco de indio, "roquete", yaniqueque, canquiña, cocada y chicharrón... ¡creemos de verdad en la producción nacional!, y deseamos usar todavía calzoncillos de la marca criolla Caimán.
¡Que vivan esos poetas de auténtica vocación ontológica! ¡Quién nos viera, quién nos viera, más arriba, mucho más!
© Armando Almánzar-Botello.
Santo Domingo, República Dominicana
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