"La vigilia de la locura engendra razones"
A. Almánzar-Botello.
Por Armando Almánzar-Botello
Aprecio la belleza sensual de las mujeres negras. Piel oscura, oscura, oscura y lustrosa como el azabache o el ámbar negro, y arrebato resplandeciente como la cegadora poesía solar… cum grano salis... con su grano de sal... ¿con su grano de sol?
Decía un amigo mío y jovial seguidor del gran pensador alemán Martin Heidegger —filósofo éste muy dado, por cierto, a jugar con falsos étimos—, que la palabra "afrodisíaco" procedía de las voces "afro", derivada de “África”, y "disíaco", síncopa de “dionisíaco”...
Pretendía mi amigo exaltar así la potencia erótica de la mujer negra, para él superior a toda sensualidad humana y posthumana imaginable.
Mi amigo y seguidor de Heidegger vive actualmente en África, matrimoniado felizmente con una bella senegalesa.
Otro de mis recordados y admirados camaradas de siempre, el fallecido Pedro de León Marte, hombre vigoroso, de piel oscura y atildados registros vestimentarios (con sus más de sesenta y cinco años contados nunca recuerdo haberle sorprendido en desaliño), era un sigiloso explorador de los laberintos y enigmas del lenguaje. Se dice que fue apresado varias veces durante la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo. ¿Platón expulsó a todos los poetas del ámbito de la polis?...
Morador durante muchos años del barrio capitalino de Villa Francisca, ese mítico territorio cartografiado por la narrativa urbano-chamánica de nuestro magnífico Marcio Veloz Maggiolo, Pedro de León Marte se dedicó, antes de su revelación esotérico-lingüística, a la fabricación y reparación de sombreros... próximo al mágico Sombrerero de Lewis Carroll, en Alicia en el país de las maravillas.
Conocido popularmente en casi toda la República como el "Renovador de la Lengua", Don Pedro de León logró, a través de la invención de una muy personal suplencia sinthomática denominada por él: “Idioma Caona”, señalar nuevas y lúcidas rutas al delirio político trinitario, poético, místico-lingüístico, que recubre al núcleo babélico reprimido, fecal, esotérico, inconfesado, cuaternario, de toda la Nación Dominicana...
De acuerdo con ese "idioma" maravilloso y chispeante, mezcla casi joyceana-afro-taína de múltiples lenguas y etimologías lúdicas, pura invención personal de este otro Gran Don Pedro nuestro —al que ahora nombro Gran Pedro León soterrado—, la palabra "Ícaro", apelativo del personaje mitológico griego, hijo alado por el esperma de aquel Dédalo famoso constructor del Laberinto de Creta, no provenía de la lengua griega sino del supuesto anglosajón antiguo “Aircarr”: “Coche o Carro del Aire”…
En el mismo idioma caona, la palabra “cerveza” se decía “tentaeva”. El “argumento” semántico-lingüístico que ofrecía El Renovador como justificación para adoptar este vocablo neológico, era que la seducción del hombre a la mujer (Eva) se inicia, casi siempre, invitándola a tomar una cervecita… “Tentaeva” = “Tentar a Eva.”
Decía un amigo mío y jovial seguidor del gran pensador alemán Martin Heidegger —filósofo éste muy dado, por cierto, a jugar con falsos étimos—, que la palabra "afrodisíaco" procedía de las voces "afro", derivada de “África”, y "disíaco", síncopa de “dionisíaco”...
Pretendía mi amigo exaltar así la potencia erótica de la mujer negra, para él superior a toda sensualidad humana y posthumana imaginable.
Mi amigo y seguidor de Heidegger vive actualmente en África, matrimoniado felizmente con una bella senegalesa.
Otro de mis recordados y admirados camaradas de siempre, el fallecido Pedro de León Marte, hombre vigoroso, de piel oscura y atildados registros vestimentarios (con sus más de sesenta y cinco años contados nunca recuerdo haberle sorprendido en desaliño), era un sigiloso explorador de los laberintos y enigmas del lenguaje. Se dice que fue apresado varias veces durante la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo. ¿Platón expulsó a todos los poetas del ámbito de la polis?...
Morador durante muchos años del barrio capitalino de Villa Francisca, ese mítico territorio cartografiado por la narrativa urbano-chamánica de nuestro magnífico Marcio Veloz Maggiolo, Pedro de León Marte se dedicó, antes de su revelación esotérico-lingüística, a la fabricación y reparación de sombreros... próximo al mágico Sombrerero de Lewis Carroll, en Alicia en el país de las maravillas.
Conocido popularmente en casi toda la República como el "Renovador de la Lengua", Don Pedro de León logró, a través de la invención de una muy personal suplencia sinthomática denominada por él: “Idioma Caona”, señalar nuevas y lúcidas rutas al delirio político trinitario, poético, místico-lingüístico, que recubre al núcleo babélico reprimido, fecal, esotérico, inconfesado, cuaternario, de toda la Nación Dominicana...
De acuerdo con ese "idioma" maravilloso y chispeante, mezcla casi joyceana-afro-taína de múltiples lenguas y etimologías lúdicas, pura invención personal de este otro Gran Don Pedro nuestro —al que ahora nombro Gran Pedro León soterrado—, la palabra "Ícaro", apelativo del personaje mitológico griego, hijo alado por el esperma de aquel Dédalo famoso constructor del Laberinto de Creta, no provenía de la lengua griega sino del supuesto anglosajón antiguo “Aircarr”: “Coche o Carro del Aire”…
En el mismo idioma caona, la palabra “cerveza” se decía “tentaeva”. El “argumento” semántico-lingüístico que ofrecía El Renovador como justificación para adoptar este vocablo neológico, era que la seducción del hombre a la mujer (Eva) se inicia, casi siempre, invitándola a tomar una cervecita… “Tentaeva” = “Tentar a Eva.”
A la “Malta Morena”, la muy popular bebida reconfortante dominicana, nuestro genial Renovador de la lengua la designaba: “tentaeva obscura”, poniendo, siempre, al pronunciar este sintagma, una insinuación mistérica, erótico-mística, en el rudo granulado de su voz. Tentaeva obscura...
Citando al poeta alemán Novalis, decía el Renovador con dulce vozarrón: “La mujer es el alimento corporal más elevado”, para añadir de inmediato que la “Malta Morena” era un símbolo más de la pujanza característica de las mujeres negras y mulatas dominicanas, quienes, según Don Pedro, servían hasta para bebérselas desnudas con gran delectación del “ingiriente”, por ser ellas altamente nutricias y gustosas…
En cierta ocasión, mientras cautelosamente departíamos en una cafetería-restaurante de la Ciudad Colonial de Santo Domingo, le dije que cómo él, en su desempeño lingüístico-esotérico, explicaba el hecho de que la malta negra equivalente a la Malta Morena dominicana fuese una bebida de origen alemán: el extracto de malta “Löwenbräu”.
Ni corto ni perezoso, el Renovador me dijo que de eso él sabía más que cualquiera, porque “Löwenbräu” significaba en alemán “cerveza de los leones” y, por motivos “meta-siderales”, “caósmicos” (utilizó, sorprendentemente, estas palabras en nuestra conversación), él respondía al nombre de Pedro de León Marte…
A lo anteriormente sentenciado añadió de inmediato, que el hecho simple de que “una negra alemana fuera de las mejores del mundo, constituía la prueba contundente de que la supuesta pureza racial teutona, tan cacareada por el pangermanismo Nazi, era una gran falacia.”
Cuando el Renovador comprobó el asombro que me produjo su inteligente y elíptica respuesta (nos encontrábamos en la cafetería de la Calle El Conde bautizada por mí como “Palacio de la Esquizofrenia”), se limitó a solicitar con un gesto discreto los servicios del camarero, y en lo que éste llegaba a la mesa que ocupábamos, me dijo, como quien revela una gran verdad social normalmente inconfesada o más bien inconsciente: —Ahora vamos, querido amigo Armando, ¡a degustar nuestra rubia!
Si en verdad existiera un Cielo, el Renovador de la Lengua y Padre del Idioma Caona, Don Pedro de León Marte, desaparecido de la faz de la tierra hace varios años, debería estar, sin dudas, en un lugar todavía mejor que la simple Gloria cristiana.
Septiembre de 2007
© Armando Almánzar-Botello.
Santo Domingo, República Dominicana.
Santo Domingo, República Dominicana.
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