miércoles, 31 de marzo de 2010

Breve Ontología del Viaje

A la humanidad en éxodo y exilio

Water of the Flowery Mill, 1944
Arshile Gorky (American, born Armenia, 1904–1948)


Por: Armando Almánzar-Botello



Diáspora de los significantes, pavor secreto ante un enigma: la experiencia del Viaje auténtico no comporta de modo exclusivo el mero desplazamiento de nuestro cuerpo denso por los caminos programados del mundo.

Viajar es publicar el ser y dispersarlo, para luego reordenar las esquirlas del sentido en una nueva, flexible y promisoria configuración.

Aventura irónica en la superficie del lenguaje, el viaje verdadero conjuga en su ambigua topología lo sensorial y lo espiritual, la purificación y la contaminación, el descubrimiento y el derrumbe, lo físico y lo metafísico, la atracción y el rechazo, el riesgoso deslizamiento de nuestro cuerpo erógeno sobre la tensa cuerda que atraviesa el abismo de lo incierto.

Viajar no es tan sólo explorar lo extenso, la geografía material, objetiva y palpable por la que discurren precisos nuestros pasos. Viajar es también cartografiar el paisaje intensivo y enigmático de nuestras pulsiones y turbulencias recónditas. Quien viaja en sentido fuerte explora, no sólo las evidencias del Camino, sino algo más: las ingrávidas ensoñaciones del alma y el oscuro reclamo de los cuerpos.

El viaje convencional de evasión y vacaciones planificado por la agencia turística, deviene fácilmente en “no-viaje”. Este preserva y refuerza, con sus apretados programas de visitas epidérmicas que mantienen a raya la alteridad y la diferencia, los escotomas narcisistas, presunciones y “consistencias” imaginarias del consabido sujeto urbano promedio de las sociedades avanzadas.

Prisionero de "lo mismo", sometido a los rígidos carriles del tiempo convencional administrado, el común viajero turístico de nuestros días pierde de vista casi siempre la multiplicidad irreductible de las culturas, al desplazarse quizá robóticamente por una yerta geografía universal de estereotipos y de fríos establecimientos para el expendio de comida rápida. Estrategias globales de posicionamiento mercadológico en la complejidad de un paisaje cultural unidimensionalizado por las megaestructuras guerreras monocéntricas, los protocolos trivializantes del guía turístico y la dislocación publicitaria telemediática.

El auténtico viajero se desliza por la pulida superficie de un receptivo silencio originario, donde la presunta pureza axiológica del “adentro” celebra sus bodas extrañas con el “afuera” que mancha.

Quien en verdad viaja, -no sólo de modo profano, burdo y realista, sino iniciático y erógeno- se desplaza simultáneamente hacia “afuera” y hacia “adentro”, hacia el futuro y hacia el pasado, hacia arriba y hacia abajo: hacia el torrente lúcido de estrellas que arden en la sangre.

El viaje deviene entonces crucial experiencia ontológica de muerte y renacimiento. Escritura monstruosa de la infancia. Espacio pululante de lo múltiple donde cada accidente participa del hechizo inmarcesible de lo único.

El viaje auténtico: vivienda del desamparo y el desasosiego absoluto. Abandono voluntario de las seguridades ligadas a nuestros circuitos convencionales de vida. Despliegue riesgoso pero liberador que nos obliga a una confrontación permanente con la marginalidad, la pobreza y lo siniestro. Con aquello familiar y conocido en el tiempo del origen que devino extraño y amenazante por la represión y el olvido.

Los significantes “extranjeros”que nos aguardan en el camino, sorprendiéndonos con el resplandor de su extrañeza, pueden activar en nosotros las vivencias oscuras de Das Unheimliche (lo siniestro: Freud) y obligarnos -dependiendo de cuán dotados estemos para la catástrofe metafísica y la deflagración poética- a la urgente redefinición de la totalidad de nuestra vida.

Hoy, sofisticados bárbaros con atavíos cibernéticos, exploramos también los caminos virtuales de la red ilimitada con la lúcida o turbia pasión rememorante de un pasado nómada que vuelve: peregrinación convivencial de lo diverso; arqueología compasiva del viaje sin fronteras; patria utópica de pasos y latidos enlazados: móvil, policéntrico y erógeno tatuaje sobre el cuerpo compartido del instante...

El “marketing de lo natural” y la naturalidad del marketing, floreciendo de una misma agrimensura celeste, en el ejercicio del biopoder asesino, en el falso júbilo planetario del fin mentido de la historia, en el círculo contabilizado del eterno retorno de la Bomba... [¡Ahora la masacre israelí contra los palestinos de la Franja de Gaza!]

Viajamos cada día por el borrador de un texto           -planetario, dialógico, sin límites- donde la guerra genocida se disfraza con el nombre de lucha por la dignidad humana, el odio y la venganza enmascarados de amor se difunden con el viento radioactivo, el “choque de civilizaciones” se perfila ominoso en el horizonte, la instancia de una letra nos resulta dolorosa, irrenunciable, y el punto y aparte frente al dolor del prójimo se revela conflictiva materia de juicio metafísico y moral. Punto y aparte.

La real exploración de la distancia, el desplazamiento del ojo del viajero por la línea de fuga que conduce a la desgarradura de lo Otro, a lo desconocido que nos arde, permite también un insospechado redescubrimiento de la fina textura de lo próximo.

Desde la aparente claridad íntima de lo propio, iniciamos la travesía mítica que nos arroja, palpitantes y atónitos, al espacio de los terrores y hechizos primordiales.

Más allá del asco, el miedo, la angustia -formas de la retracción del ser ante la amenaza contaminante de la pobreza, lo excesivo y lo extraño -exploremos la oscura turbulencia seminal del Afuera absoluto que nos habla por detrás de la seguridad de todos los límites.

Allí sufriremos, tal vez, la insospechada revelación retroactiva del oscuro núcleo de monstruosidad e injusticia que late ominosamente en la supuesta pureza benéfica del adentro.

El alumbramiento de lo lejano produce, de modo simétrico inverso, la enigmatización y el espesamiento de lo que suponíamos entrañable, conocido y doméstico. A través de la experiencia del viaje afinamos nuestras percepciones, agudizamos nuestra conciencia para recibir lo inconmensurable, redescubrimos lo íntimo bañado por una nueva luminosidad increíble.

En el claroscuro del camino rememoramos las potencialidades e insospechadas aristas de lo próximo. Viviendo la alternancia de la ida y el retorno, el viajero descubre que la domesticidad del “adentro”es una provisoria invaginación apaciguada del “afuera”turbulento...

Explorando lo ajeno y lo distante me reconcilio a través de la nostalgia con las delicias y horrores de lo propio.

Tórrida de palabras vibrantes o nevada de silencio, en la experiencia poética del paisaje fluyente encarnan los fantasmas. En el viaje se disuelve el espesor unívoco de lo real. El sueño activo se transmuta en carne y mundo. Aprendemos, recorriendo la piedad, el temor y las distancias, a ser cada vez más nosotros mismos a través del laberinto del no-ser.

Extraña topografía iniciática la del viaje, donde la vida se desliza hacia una muerte que a su vez engendra vida.

Sondeamos aquí el misterio palpable de toda visión cosmogónica del universo turístico. Si viajar es el morir de nuestras certezas apodícticas y seguridades axiológicas -hacer la experiencia escritural de lo ajeno, el desasimiento, la impermanencia y la disolución- morir es también, inversamente, continuar en la memoria de otros cuerpos el viaje de retorno hacia el enigma de lo (im)propio...



Septiembre de 1999.
Santo Domingo, R.D.
Tomado del libro Cazador de Agua y otros textos mutantes (Antología poética personal 1977-2002.) Editora Gente, Santo Domingo, R. D. 2003

                                                                             

domingo, 21 de marzo de 2010

Cañería de desagüe

"En el agua depravada de las cisternas otros bebieron la locura y la muerte." Jorge Luis Borges



Por Armando Almánzar-Botello



Todo poema es ahora una cisterna... Cuentan las crónicas que un día remoto fue río, lago, torrente, fluencia... Hoy, en nuestro mundo gris emparedado en miedo, en antropofagia nueva, en codicia larvada, en oscuros códigos binarios, el poema es agua cavilante y discreto rumor en la cisterna.

Con letras flotando el soñar inaudible, con trágicos animalitos muertos, agua de cisterna es el poema contraído, pero siempre agua niña palpitando de misterio, mínimamente limpia, si queremos disfrutarla —fresca, visionaria, desnuda— en nuestras mesas desiertas.

El agua dormida y secreta que reposa en las cisternas, como en el arte de Escher, sirve a los hombres honestos para poblarles la sed de imágenes imposibles, para encenderles la foto anterior a la conciencia y al origen del Universo, para diseminar en los labios, en el paladar y en el alma, una dosis de justicia y de antiguos misterios.

Y es mayor el puro ardor de su deseo sagrado, en estos tiempos aleves de las Corporaciones Transnacionales en que la magia se pervierte en criminal clarividencia: ¡desocupar con discreción y aprisa la vergüenza mercurial de los retretes!

¡Oh, "aporética época oscura en la que el precioso líquido brilla con más valor místico y pragmático que el oro tangible"!  ¡Ay,  Cazador de Agua!

Hasta los ricos necesitan el agua para poder saltar con indiferencia a sus piscinas atónitas. Y un día lo dijo Céline: ¡los ávidos empresarios y los militares de alta graduación adoran las flores y necesitan agua fresca para regar sus jardines!

¡Oh, terribles inversores, exportemos, desarrollemos la floricultura transgénica!

¿Pero dónde, dónde está el poema, que lo busco y no lo encuentro?

El poema en esta página está rodando por el suelo. La poesía no vale nada.

¿La poesía no vale nada?...

Entre tanto, amigo Pessoa, "por callejas casi irreales de tan angostas y podridas", "los pobres sobrellevan su hábito de dolor", y el pan, el agua, el aire, amigo Auden, no son suficientes todavía para las bocas y las manos, y hoy languidecen, taciturnos, el cuerpo y el pensamiento.

¡Oh, canallas empresarios indolentes! ¡Oh, malignos arribistas gobernantes! Como quizás lo dijo Hölderlin: ¿Para qué la poesía en tiempos de miseria, para qué la poesía en tiempos de ladrones?

"Esta canción estaba tirada por el suelo", dijo Mieses Burgos, quizá sin sospechar lo que vendría. ¡Oh, transgenia textual imprevisible!

Contrabando de códigos, órganos y textos: ¡política de apropiación de insignias el poema falso! Espurio por ajeno y proferido en otros labios. Agua Magna robada por insignes banqueros a los nadie: ¡A la gente! ¡A nosotros! ¡A los mortales!

¿No es cierto, de nuevo, viejo insulso poeta? ¿No doy en clavo dulce, —como quien dice agua— antipoeta Parra?

Misión-Visión del Enemigo Malo: ¡Vaciarnos la cisterna! Des-prestigiar al Estado Nacional, Presti-digitar lo Privado, comerciar con el paisaje, con la política y los cargos, comprar conciencias, reciclar, embotellar, esclavizar un agua mercantil entristecida en cañerías y bestiarios de desagüe. Servirla encorsetada, corrompida de otro modo más inicuo, en las mesas rituales de asesinos y plutócratas. ¡Oh aviesas cañerías de desagüe fraudulento!

El agua limpia brilla por su ausencia como Dios en la teología apofática. Pero no. ¡Recóndito animal es el agua zoomórfica, en verdad hierofanía inapropiable!

¡Oh, agua lustral y pagana del río caudaloso, de la fuente y la cascada! Todo corrompido por el Monoteísmo de las Multinacionales.

El hombre rico postmoderno en verdad ya no se baña; chapotea en su propia fraudulencia irreflexiva: albercas de ignominia y orgías de jacuzzi. Contamina con desechos y ambición todo el planeta, aumenta cada día el número de pobres y pretende encerrar lo numinoso en un bolsillo.

Y filántropo el Ser almuerza bien su ontología guerrera y su caviar y tiene siempre mal aliento: el humo, la bomba, la muerte y el Complejo Financiero-Militar... Pero no importa: faltriqueras llenas de agua, corazón contento... ¡de las transnacionales del "agua encarcelada"! ¡Si es que tiene corazón un generoso ecologista magnate cibernético!

Predica en un desierto el sacro Libro de Agua       —testimonio de agudos zahoríes hermeneutas—,     y denuncia un falso vuelo de pájaros podridos en fatal entendimiento.

¡No a la Barrick Gold! El oro verdadero está en el alma. En el discreto misterio del paisaje inviolado... aguardando...

La vieja y asesina Plusvalía se desnuda, esfinge sin glamour. Imperio: Muerte. Inicua se masturba sus Narcisos de nuevo en los reflejos: el fulgor aurático de la mercancía bebe, negocia, contamina el agua con la marca: su frío y turbio desamor constante. Disfrazada de inocencia roba, engaña, oculta lo más puro del río en los espejos... ¡La vieja y asesina Bestia Ciega!

Pero el agua sensitiva del poema intacto se resiste; su cuota de olvido y dolor en las cisternas se resiste. El agua reflexiva, no simplemente cartesiana —aunque sí artesiana en la surgencia— combate a las legiones de demonios: Corporaciones Transnacionales de la Muerte.

Ella, el agua libre, pura, impura, del sentir originario reverente, irreverente, generosa derramándose más allá de las fronteras, sosteniendo precario su equilibrio aquí en tu vaso, retornará siempre alegre —con su rítmica, lúcida insurgencia—, a castigar con la dura piedad a los culpables, a lavar quizás de infortunios la cara del planeta —sus mundos múltiples posibles—, a brindar compasión a la sed del viajero en los acueductos públicos, a reflejar lucidez en la mirada limpia de quien nos pueda todavía leer, sin enturbiarla...

¡No, a la Barrick Gold! El oro verdadero está en el alma. En el discreto misterio del paisaje inviolado... aguardando...




© 2010. Armando Almánzar Botello
Santo Domingo, República Dominicana. 

viernes, 19 de marzo de 2010

¿Qué puede rota una mujer?


"Mujer ante el espejo" Paul Delvaux
 

Por: Armando Almánzar Botello

A Simone de Beauvoir,  In memoriam


¿Qué puede rota una mujer en soledad llorando,
si danza su temible verdad ante un espejo, 
                                                             si la escribe,

y la imagen de su madre con el humo persevera, 
en volutas y desastres la circunda,
le usurpa en el recóndito vitral su pensamiento,

le impide sonreír su propia imagen
y vuelve lentamente su rostro
un gris desierto?

¿Qué puede rota una mujer en soledad escribiendo?



2010


© Armando Almánzar-Botello
Santo Domingo, República Dominicana.2010.

martes, 16 de marzo de 2010

¡Dancemos de nuevo el paisaje!

                                             
                                                                                                     

                                                     
"Let us go then, you and I,
When the evening is spread out against the sky
Like a patient etherised upon a table"
T.S. Eliot
                                                                                                                                               
Por Armando Almánzar Botello



!Vamos mujer a danzar el paisaje!
Vamos amiga:
¡dancemos el vértigo!

Contra el humo amarillo del tedio enjaulado
y su muerte de ratas y aullidos autistas,
abre las lumbreras de tu pensamiento.

De invidentes espejos vacíos y tristes,
del vuelo podrido en el entendimiento yerto
de cisternas con odio tapiadas,
huyamos amiga:
¡dancemos distancias!

¡Oh pantallas insomnes de espanto sombrío,
neón fraudulento y prosodia de sangre!
Alguien borra lo escrito y esgrime silencio...

Hacia un beso viajemos, hacia el horizonte...
Por el filo del cuchillo y su fría línea de muerte,
hacia la piel más intensa
de la contemplación ardiendo.

Regresemos al tiempo del milagro y los ancestros,
a las voces tranquilas de los montes clementes,
a la humildad preciosa de secretos metales,
al brío limpio del torrente y su lúcida cadencia.

Orgullosos de ser y en el des-ser  veloces,
viajando con la furia por mi página despierta
desde un cielo sumergido enviemos cartas a la muerte...

!Vayamos mujer a danzar el paisaje!
Vamos amiga:
¡dancemos el vértigo!

Armando Almánzar Botello
Santo Domingo, R.D. 2010

martes, 9 de marzo de 2010

Recuerdo que un día exploramos danzando...

"¿El miedo?: una máscara siniestra del goce desmedido, de la furia de vivir sin las fronteras..." A. Almánzar-Botello.
                                     

Por Armando Almánzar-Botello  

A Albany Aquino


Recuerdo que un día exploramos danzando  
el vértigo inefable 
de las carreteras: 
                              dos lúcidos desiertos borrachos que viajaban 
a lomos del jazz pasional, 
                                           turbulento...

Firme tú al volante,
bebimos distancias al evocar el mosto de mujeres remotas... 


Sin fin celebramos con las yemas de los dedos
la magia palpable de un torrente di-vino,
amistad resplandeciente y honda fuerza 
de Dionisos, 
                     dicción lujuriosa del panorama 
en fluencia:
                                poesía 
                              goteando
                       pulsiones del vacío
                              
                               prosodia 
                             claroscura
                                    y
                       espirales del texto                       
                       
                     torbellino alfabético
                 sobre la página hermética
                    de un mundo reluciente... 

          Y volviendo en la vigilia del incendio

               a la rabia nocturna de la urbe,
degustamos en la fiesta chivito expiatorio.
 Sangró nuestro deseo en laberintos góticos,  
en rituales discotecas,
en parques canallas de vegetación fosforescente.
 
                           Comimos niebla de la noche:
carne titilante del mito que la inventa. Nos robamos
en la furia 
              el candor de los desastres...

Luego                   lentamente 
besamos el misterio 
                                 de las sencillas muchachas:
altares de lo eterno: ¡hambre abismo de belleza!

Y tocamos con el saxo un poco del enigma:
                  lo tremendo evidente...

Recuerdo que un día exploramos danzando...




(Texto retocado)

© Armando Almánzar-Botello
Santo Domingo, República Dominicana.