martes, 21 de diciembre de 2010

POLACO Y LA QUINTA

Carta abierta al escritor y amigo 
Efraim Castillo


                                            
Por Armando Almánzar Botello



"Hijo de sus acontecimientos y no de sus obras, 
porque la obra sólo se produce sobre 
el hilo del acontecimiento". Gilles Deleuze



En verdad, apreciado amigo, he vivido cosas muy interesantes en "la seda de la senda" sencilla y no obstante misteriosa que me señala su intempestiva y simpática escritura epistolar, en la que me habla sobre la relación semiótica de recambio entre la música clásica de elite y los ritmos y melodías populares.

¿Podríamos, por otra parte, revitalizar ahora dicho género literario, la carta, el mismo que languidece en los tiempos virtuales de "la lettre volée" por culpa del hueco y presumido frenesí del mundo cibernético?

Muchas de las experiencias musicales a que me refiero, acontecidas en República Dominicana o en el extranjero, son relativamente recientes —por ejemplo, mi visita al mítico Club de Jazz Blue Note, en el Greenwich Village de Nueva York, a escuchar a Ravi Coltrane y a Jack DeJohnette, en programa especial—; otras no lo son tanto —como esas inolvidables "caídas" con mi gran amigo el poeta Antonio Fernández Spencer, en la terraza del son, en La Vieja Habana, de Villa Mella—, pero siempre las he vivido todas a plenitud, hasta la médula misma de su enigmática evidencia.

Sin jactancia le puedo decir, querido Comander, que he transitado minuciosamente por los arduos laberintos musicales de "Una" vida... Incluido el oscuro registro del dolor y sus pánicos acordes... ¡Pero en fin, esa es otra historia!

Una de las vivencias más relevantes de mi existencia, a la que puedo conferir el estatuto de genuino acontecimiento estético/antropológico —y hasta metafísico—, ocurrió hace muchos, muchos años en mi pueblo natal, Higüey.

Un intérprete musical y muy conocido personaje de pueblo, simplemente llamado Polaco, quien además tenía la curiosa función diurna de subir y bajar la bandera dominicana en la Maternidad de la Avenida Libertad, en la ciudad higüeyana, dirigía, en la primera mitad de los años sesenta (justo después de la muerte de Trujillo), un Sexteto en el que nuestro hombre tocaba, siempre sudoroso y chispeante, ese mágico "guitarrón" que los adultos llaman contrabajo de cuerdas. Mis ojos de niño se extasiaban escuchando y viendo a Polaco interpretar un instrumento que siempre resultó más llamativo, para mí, que los violines, las violas y los violonchelos...

La agrupación musical de Polaco fue denominada por él: "Sexteto Musical Polaco y sus Colegas".

Mi padre, hombre de ideas marxistas y pensamiento mestizo, durante los pocos años que permanecimos en Higüey invitaba en ocasiones a Polaco hombre típico del sector popular y muy inteligente—, a escuchar música de los grandes maestros en nuestra consola tocadiscos Telefunken de tres bocinas. En el repertorio se encontraban, entre otros grandes músicos: Bach, Vivaldi, Haydn, Mozart, Schumann, Schubert, Debussy, Ravel, Stravinski (de este último no olvido, en particular, su Consagración de la Primavera, por la inquietante y vigorosa impresión que me producía desde niño la magnífica obra del ruso en versión dirigida por la batuta vanguardista del maestro Pierre Monteux, y por la carátula del disco, en la que se podía disfrutar una reproducción de La encantadora de serpientes, cuadro excelente del gran pintor ingenuista francés Henri Rousseau). 

Como resulta razonable suponer, en la selección musical de mi padre se encontraba el gran Beethoven —el de los Cuartetos, Sonatas y Sinfonías—, particularmente, el de la famosa Quinta Sinfonía, interpretada por varias orquestas de prestigio internacional.

Tanto le gustaba a Polaco la sinfonía de marras del gran genio alemán, que una tarde, en mi casa, después de escuchar varias veces el allegro del primer movimiento de la famosa composición, decidió hacer un "arreglo" de éste para su Sexteto popular. Al finalizar la audición, mi padre, sonriendo discretamente y muy conmovido, despidió a Polaco en la puerta de nuestra casa deseándole los mejores logros en su interesante proyecto musical...

Pasaron los días, las semanas y los meses, con la mágica y transparente fluencia del tiempo propia de la música secreta de la infancia... El colegio, el misterio y los libros de cuentos, los amigos y los juegos en los días de sol, los padres, los hermanos y la lluvia, los deberes escolares por las tardes, Polaco, pensativo, subiendo y bajando la Bandera Nacional en el viejo mástil situado frente al edificio de la Maternidad... la lluvia nuevamente, el vuelo de los pájaros, las noches pobladas de letras y fantasmas... ¡Y por fin, llegó el día!

El "gran estreno" de la obra Beethoven/Polaco        —al que por cierto, no pudo asistir mi padre por impostergables compromisos familiares—, se produjo un Día de Reyes, en el llamado Barrio de Martha, una insigne meretriz retirada que había hecho fortuna con el discreto ejercicio de su antiguo oficio y que poseía, en las "afueras del pueblo", decenas de pequeñas "casas de cita", construidas con madera de clavó, y con sus pequeñas galerías graciosamente pintadas de rosado y verde.

Como asistente de las operaciones de Doña Martha se encontraba siempre su hijo mayor apodado "Paterra", un muchachote de unos veinte años que también manejaba un "tubo" (pequeña guagua o autobús público) que viajaba regularmente desde Higüey a Miches, Hato Mayor y otras comunidades aledañas.

Para esa época lejana, quien escribe apenas contaba con 7 u 8 años de edad, pero Paterra se hizo mi amigo incondicional por yo haberle prestado en una ocasión algunos "paquitos-historietas" de Superman, Chanoc y Tarzán de los Monos, personajes de "comics" que ambos admirábamos mucho. Paterra me avisó de la fiesta, que se iniciaba a las 6 de la tarde con el "esperado" arreglo musical de Polaco, y yo me escapé sigilosamente de mi hogar sin permiso de mis padres...

Llegado el momento "crucial" del estreno, después de las palabras de bienvenida de Doña Martha, Polaco —ahora lo digo: un pintoresco y ceremonioso personaje bigotudo, de origen cocolo, que bordeaba los cuarenta o cuarenta y cinco años de edad—, dijo de modo ritual y un tanto presumido: "¡Atención! ¡UN-DOS-TRES!", y comenzó a sonar la Quinta de Beethoven/Polaco.

Una extraña trompetita triste —que pretendía hacer de flaqueza virtud y carácter—, con su parodia del ¡¡para-pa-páaan!! beethoveniano, inició el delirio musical. Los invitados se miraban, llenos sus ojos de discreto escepticismo y profundo gozo contenido.

La trompeta fue acompañada, casi de inmediato, por un atildado acordeón que intentaba crear un fondo de misterio, mientras el brioso contrabajo de Polaco pretendía desempeñar el papel de eje armónico-rítmico. Acto seguido entraron el güiro, la tambora y el saxofón, intentando dar cuerpo a lo que para mis oídos infantiles sonó a pura barbarie, a misterioso ritmo sacrílego, a rito pagano y transgresivo de profunda iniciación.

Sin yo saberlo, me estaba introduciendo, de modo irrevocable, en un nuevo orden existencial y estético, en el que también ocuparían un lugar preponderante, no sólo los grandes clásicos y la música de Stravinski, sino el jazz, el merengue, la salsa y los congos; la bossa nova, la bachata y la música concreta; la poesía de José Lezama Lima, César Vallejo, Aimé Césaire, Haroldo y Augusto de Campos, Derek Walkott, Nicolás Guillén, Tomás Hernández Franco, Pedro Mir, Manuel del Cabral y Alexis Gómez Rosa; la narrativa de Hermann Hesse, Henry Miller, Roberto Arlt, Juan Carlos Onetti, Juan Rulfo, Alejo Carpentier, Julio Cortázar, Juan Bosch, Jacques Roumain, Rafael Damirón, Marcio Veloz Maggiolo, Pedro Vergés, Junot Díaz, Gabriel García Márquez...

Aquello fue para mí de "puta madre". Una experiencia verdaderamente delirante esta fusión de la casi irreconocible melodía de Beethoven con el sudor de los músicos y el bullicio maravilloso del divino populacho fosforecente que atiborraba el pequeño local de Martha, ahora multicolor por efecto de las luces rojizas, verdes, azuladas y amarillas creadas por los diversos papeles de celofán que recubrían las bombillas. Todo era música, algarabía, sensualidad, ritmo que enlazaba el cuerpo y las estrellas, entrevisión de otro mundo posible: genuino sentir popular. Finalmente, como efecto del calor, la novedad de la experiencia y el impacto de la música sobre mis nervios infantiles, me desmayé.

Hubo que sacar "al pequeño hijo del Doctor Almánzar" a respirar aire fresco al patio de la casa. Al tomar las primeras bocanadas de benéfico y milagroso oxígeno, mis ojos se encontraron con la dulce mirada comprensiva y un poco atemorizada de una de mis primeras "noviecitas" de la infancia, la bella Damaris, hija de una señora muy noble y cristiana afectada por el bíblico Bacilo de Hansen —como lo fueron varios miembros de mi propia familia, entre ellos, Rafael Deligne Figueroa, hermano del poeta Gastón Fernando Deligne, y otros parientes más próximos—, mujer que a la sazón era vecina del hoy reconocido periodista Bienvenido Álvarez Vega (Bienve, de más edad que yo) y su inolvidable y cariñosa madre, Doña Lilina.

Damaris, al enterarse por Mongo, Danilo, Tutico, Macusa y otros amiguitos comunes, de que yo me había dirigido a la fiesta de Polaco y Martha, también se escapó de su casa, subrepticiamente, para seguirme con inocencia los pasos...

Muchos años después -y ya casado en segundas nupcias-, frente al "pelotón de fusilamiento" del jurado reunido en una fiesta familiar celebrada en el Tupinamba de San Juan de la Maguana, tuve el mítico placer de ganar un concurso de baile deslizando mis pasos al ritmo de una salsa que jugueteaba con las primeras notas de la Quinta Sinfonía de Beethoven. Seleccionados entre un conjunto de diez parejas, mi hermosa compañera y yo fuimos declarados ganadores, por unanimidad de votos...

Ahora, Comander, para cerrar esta breve crónica, una cita, a propósito de ciertos usos muy libres del concepto lacaniano de forclusion (Verwerfung, en alemán), rechazo, condenación, repudio, en español:

"Lo posible es lo que "cesa de escribirse": suspensión de la compulsión de repetición padecida, reescritura-curación del síntoma en su significación de síntoma-sufrido, para dar paso al sinthome sostenido como nudo borromeo y acto de creación.

El sínthoma, entonces, en su particular modalidad de invención, suple a la forclusión del Nombre-del-Padre, en un proceso que no-cesa-de escribirse..."






Armando Almánzar Botello
21 de Diciembre de 2010
Santo Domingo, República Dominicana

sábado, 11 de diciembre de 2010

¿Hay sueño en la vigilia y/o vigilia en el sueño?

Breve dramaturgia de la escritura


Por Armando Almánzar Botello



A Fredesvinda Báez, esa mujer que me sigue soñando…

“La oposición del sueño y la vigilia, ¿no es también una representación de la metafísica? Y ¿qué debe ser el sueño, qué debe ser la escritura si, como ahora sabemos, se puede soñar escribiendo? ¿Y si la escena del sueño siempre es una escena de escritura?”. Jacques Derrida.



En el sueño – ¿estado profundo y archioriginario de la “lecto-escritura”? –, la consciencia prerreflexiva puede distanciarse parcialmente de las imágenes en un modo que Sartre llamaba no tético, no posicional.

Podemos decir, inmersos en el proceso onírico: “esto es un sueño, ojalá no llegue, o llegue (depende de los deseos del sujeto-“lector” y del carácter del sueño) el momento del despertar”; pero el sujeto soñante no podría nunca decirse: “cuando yo despierte, ¿seguiré siendo la misma persona que supongo ahora que soy?, ¿estaré acostado, reclinado leyendo, o me descubriré despierto y activo en otro guión o accionar mundano muy diferente al que me ocupa en este sueño?”

Si el sujeto/lector/soñante se plantea así el problema -modo este último correspondiente al de una consciencia reflexiva, tética, posicional-, es porque ya está despierto.

¿Estamos ahora dormidos o despiertos?... ¿Me sigues, lector-soñante?

La seguridad de la vigilia nunca es un estado definitivamente alcanzado por nosotros. No podemos demostrar matemáticamente que estamos despiertos, no existe certeza apodíctica de la vigilia; a pesar de la presunta intuición autoconvalidante de Descartes, que dependía, en realidad, de la existencia presupuesta de un Dios-Autor que no mintiera.

De hecho, sólo podemos proseguir -en un proceso de ensayo y error-, con la validación/falsación fenomenológica de la presunción de vigilia, sosteniendo sobre la marcha la hipótesis de que estamos despiertos... Hasta prueba en contrario... ¿Me sigues, amable lector?...

Como diría Wittgenstein, denominamos entonces vigilia al estado del ser en que nos planteamos este tipo de problema filosófico y/o est/ético.

Nunca, cuando me considero dormido, mi yo se ha planteado así esta contrariedad lógica, por más que me distancie de las imágenes que se me ofrecen en algunos sueños.

Siempre, al formular el impasse, me descubro "casualmente" haciendo lazo social con otro(s) sujeto(s), cuyo espesor existencial
-en ocasiones virtual o espectral-, me hace resistencia, en mayor o menor grado.

En ningún sueño, por más que nos distanciemos de la sucesión aparente de imágenes oníricas 
-en el llamado modo no posional-, podríamos efectuar este tipo de cadena razonante.

Inasible lector, observa el hecho de que siempre, en aquello que nos acontece y que marcamos en el recuerdo con los índices de "vivencia en la realidad despierta", es que nos hemos planteado este tipo de problemas sobre el dormir y la vigilia, con todos sus meandros y matices conceptuales...

A no ser que ahora soñemos sin ninguna coherencia, y creamos, sin embargo, razonar con ideas claras y distintas… No obstante, yo juego a que ahora estamos plenamente despiertos… y escribo…

¿Radica, talvez, en este insignificante detalle, la diferencia profunda entre sueño y vigilia… entre poesía y prosa?...

Se ha dicho: soñar es una experiencia más radical que la locura misma. El cogito queda más profundamente alterado en el soñar que en la alucinación. Por eso, yo supongo que ahora estoy despierto y no soñando…pero escribo...

Las imágenes del sueño son el dar-a-ver originario de un Ello impersonal que simplemente "muestra", para una pura mirada mental flotante que resulta ser la del sujeto que sueña. Alguien, cuyo nombre es Jacques Lacan, dijo algo parecido a esto en un remoto día de lluvia que se pierde en la memoria...

Cuando Chuang Tzu soñó que era mariposa, no fue en su condición de mariposa que se planteó el problema de si estaba despierto o dormido, sino en su carácter de Chuang Tzu. Se suponía sujeto humano despierto prisionero de la duda, pero no recordaba en absoluto que cuando batía sus alas como mariposa hubiese reflexionado sobre este dilema.

Por dicho motivo, podemos conjeturar que quien soñó fue el filósofo y no la mariposa. Satisface nuestra vanidad comprobar que él también lo razonó de este modo…

En el sueño de Chuang Tzu, su mirada misma era la mariposa... El soñante mira, pero no ve, como dijo Jacques Lacan en Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. El ver es un “mirarse mirando”, y esto sólo lo puede hacer la consciencia reflexiva de la vigilia, en la cual, aquella función atópica de la mirada 
–luz, mancha, hendidura, objeto pulsátil en la sombra y estructural desposeimiento–, queda parcialmente elidida.

Ergo: es muy probable que ahora, a pesar del estado hipnoide que pueda inducir en nosotros la Internet o el libro, tú y yo, querido lector, estemos resplandecientemente despiertos.... en la lecto-escritura...

Aunque algo extrañamente familiar me inquieta: una bella rapsoda me recordó una noche, que "el sueño es una vigilia más alta".... No obstante, ahora evoco el hecho de que la hermosa mujer pronunció esta frase cuando se consideraba sutil y completamente despierta: ella misma me lo confirmó en el acto....

Quién sabe, amigo lector, si ahora te encuentras prisionero de Otro que se oculta en ti mismo, y sueñas que lees, por medio de artilugios más extraños que el caparazón de las tortugas, que la hoja de papel, la pantalla del computador o los perseverantes libros, estas "lúcidas" líneas que alguien, desconocido para ti, escribe pacientemente.

-No llamaré "torpe” a esa escritura, con la falsa modestia de Borges-.



© Armando Almánzar Botello
10 de Diciembre de 2010
Santo Domingo, República Dominicana.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

LO REAL COMO EXCESO ES EL VACÍO

Notas sobre el amor, el goce y lo imposible


¡Oh, amor, el atardecer siempre te mira nimbado de lejanía... ¡y sin embargo..."

                                                                             

Por Armando Almánzar Botello


A la gran psicoanalista lacaniana Colette Soler,
inspiradora inmediata de estos tímidos apuntes.


Hay dos disyunciones entre el amor y el goce: una es estructural, inevitable (amar no es gozar del Otro: eso es imposible. Más bien sería soportar la prueba de fuego del eventual goce maligno del compañero erótico... Sólo en los primeros tiempos de la pasión creemos recubrir esa diferencia, el corte, la hiancia insalvable que existe, inevitablemente, entre lo sexual y lo amoroso... pero una esquizia persiste).

La otra disyunción entre amor y goce es un redoblamiento sintomático, neurótico-perverso, de la imposibilidad de sostener juntos, indefinidamente, la pasión sexual y el amor. Entonces, se reparten el amor y el sexo entre dos o más partenaires: La Doña o La Señora, por un lado (el afecto), y La(s) Querida(s), por el otro (el goce).

La primera disyunción es una "degradación" estructural de la vida psíquica: el erotismo turbulento, apasionado, no puede ser eterno en la vida conyugal, la rutina cansa y/o el exceso agota... Y, además, "no hay relación sexual"... Aunque gocemos del cuerpo del Otro, no garantizamos con ello el amor.... El amor como sínthoma es tan sólo una suplencia...

La otra disyunción, como ya señalamos, es neurótico-perversa y corresponde a lo que Freud llamó "la degradación de la vida sexual en el hombre moderno": si ama no desea y si desea no ama. Necesita dos partenaires para encarnar la disyunción, sin realizar el esfuerzo de vivir la dicotomía en una sola mujer (por ejemplo) constituida en semblante del objeto metonímico "a".

La solución real al impasse es... recordar a papá... ¡o inventárselo!... El padre trata de reunir ambas vertientes -amor y goce- en una sola compañera, fracase o no en el intento. "Papá" se esfuerza por tomar a "una mujer" como sinthome. En ese sentido, Lacan lo considera una figura modélica, con valor estructurante, que nos permite escapar a la esquizofrenización implícita en el síntoma autista: ¡mamar en soledad espectacular la letra!...

-Recibí hoy, por intermediación de un apreciado amigo, estos graciosos (cínicos) consejos:

CINCO REGLAS PARA SER FELIZ.

1. Es importante tener una mujer que trabaje, y que además comparta con Uno las tareas del hogar.

2. Es importante tener una mujer que te haga reír.

3. Es importante tener una mujer en la que confíes y que no te mienta. (El partenaire que no miente, ¡Jo!  ¡Ni la computadora!).

4. Es importante tener una mujer que sea buena en la cama y que disfrute como tú del sexo; que le guste estar contigo.

5. Es muy, muy, muy, muy importante que esas cuatro mujeres no se conozcan"
    
    Anónimo.

-Reflexión humorística, psicoanalítica y filosófica sobre las reglas "anónimas"para ser feliz.

Evidentemente, nos encontramos aquí en presencia del llamado narcisismo cínico. (Colette Soler). La mujer "se tiene". Objeto de apropiación.

Degradación neurótico-perversa de la vida amorosa. Síntoma padecido. No sinthome borromeo; ese que hace lazo con un partenaire humano.

Cuando en su turno, cada una de las cuatro amantes le diga al hombre polígamo: -¡Escucha mi amor, háblame de tu padre!, ¿vive aún?... ¿cómo está de salud?- el polígamo debe responderle: -¿A cuál de mis cuatro padres te refieres, cariño?...

¿Se puede vivir, tratando de integrar la corriente del afecto y la sexualidad en un(a) mismo(a) compañero(a), sin Padre o sin suplencia de la figura paterna, sin alguna père-version (juego lacaniano de palabras entre perversión y versión del Nombre-del-Padre) o invención sinthomática de la función paterna?

¿Se puede vivir sin límite tético, simbólico, contractual: sin contrato social ni "mensaje gramatical sintáctico" -instancias connotadas por el mismo Hegel, como "funciones paternas"?

La ritmicidad semiótica (des)encadenada, connotada como "maternal" por Platón y Julia Kristeva, ¿puede existir sin la Ley de lo Simbólico -connotada como "paternal" por la filósofa y psicoanalista búlgara, por Hegel, Wittgenstein, Kojève y Lacan?

¿Podemos vivir en la bulimia del goce permanente, sin renunciar a los múltiples objetos de apropiación que ofrece el Mercado?

¡No se puede superar el impasse entre amor y goce! ¡No hay relación-reaporte sexual! ¡Jamás los habrá! Sólo estaremos "completos cuando estemos muertos"...¡Jo! Por lo menos, "papá-versión” hizo el intento, "en vida", de integrar ambas vertientes -amor y goce-, en una sola persona: ¿en mamá?... Si no logró lo que se propuso, peor para nosotros... Inventemos, pues, nuestra "propia" suplencia... Si ya no es demasiado tarde... ¡Jo!

El amor es el sínthoma que "no cesa de escribirse", posibilitado por "papá-versión”, al no existir la relación sexual como reaporte complementarista... pues esa relación con el Otro "no cesa de no escribirse". ¿Trágico o cómico?... Esa es la diseminación estructural de lo (in)humano, aunque seamos cyborgs y vivamos la dimensión coreográfica de la sexualidad más allá del binarismo.... ¡Oh Heidegger, ingenuo! ¡Qué grande sigue siendo Nietzsche!

-Otro amigo dominicano, del grupo intelectual de los cinco gatos lacanianos, me pregunta:

¿Qué es para ti lo imposible? ¿Aquello que no cesa de darse o aquello que no cesa de no darse? ¿Lo imposible se da o no se da?

Le digo al amigo:

La respuesta depende del contexto teórico que utilicemos como referencia.

En el campo conceptual de Jacques Lacan, lo imposible es "lo que no cesa de no escribirse". Es decir, lo imposible es lo Real, en tanto que escapa, resiste y excede a la simbolización, al matema y a la función lógica como escrituras.

Por ello, Lacan afirma que “la naturaleza” no es lo real-imposible como resto, pues ella es lo calculable por la ciencia. Lo real como exceso es el vacío que impide el cierre de la simbolización. En ese sentido, lo real-imposible difiere de la realidad, que sí se escribe y participa de lo simbólico y lo imaginario. Lacan considera que la relación-complementación sexual no existe, es imposible. Esa imposibilidad promueve el amor como sínthoma. Eso no quiere decir que no haya copulación. La hay. Pero disyunta. ¡Jo!...

Para Jacques Derrida, siguiendo a Marcel Mauss, a Lacan y a Heidegger, el Don es lo que "no-cesa de darse", pero sin retorno, sin la circularidad del comercio, sin aspirar al pago de la deuda.

El don no cesa de darse, pero no debe saber que se da. Por ello Derrida lo piensa también como lo imposible: un don que es puro olvido de sí, ceniza, restancia diseminal... Un don que no endeuda porque no conserva la memoria de su exceso.

En este sentido, se tiende asintóticamente a la justicia como don, pero ella es de hecho lo inalcanzable por excelencia: pura línea de fuga con la que debemos medir nuestros pequeños "dones" prisioneros en la estructura circular -"odiseica", dice Derrida-, del comercio, el cálculo de conveniencia, la "filantropía" con usura, la competencia descarnada y la simple juridicidad formal.

Lo simbólico, dado el hecho de que hace vínculo y/o lazo social, es circular por necesidad: debe escribirse; se escribe. El amor, se escribe, pero tiende a lo imposible…"amor constante más allá de la muerte", dijo el poeta Quevedo. Pasó de moda... ¿Pasó de moda, practicantes de la ética del célibe, cínicos competitivos, insulsos autistas de lalangue?... ¡No todos somos James Joyce!...

El amor, que nace del encuentro contingente y su “cesa de no escribirse”, aspira a lo necesario por su intrínseca vocación de permanencia: “no cesa de escribirse", en eso que Lacan denomina la carta de
a(l)mor. Su dimensión trágica consiste en que se produce sobre un fondo que "no cesa de no escribirse": lo real de la muerte, como lo que viene a destruir todos los juegos del yo (moi) imaginario y su retórica falsa
de simulada y frívola "esquizia".

Es necesario promover aquí un impersonal: “no Se cesa y no Se acaba de morir” (Blanchot), hasta que el yo (moi) muere de hecho, sí, pero cediendo su lugar a las singularidades nómadas, pre-individuales e impersonales, que son “la vida la muerte”, y que atraviesan al individuo entendido como integridad molar temerosa de su propia disolución, de su oportunista y encanallado prestigio yoico. (Lacan, Deleuze).

Lo contingente: "cesa de no-escribirse". Por eso, Lacan considera que el amor se inicia como "el encuentro fortuito de dos huellas en el exilio"...

Lo posible es lo que "cesa de escribirse": suspensión de la compulsión de repetición padecida, reescritura-curación del síntoma en su significación de síntoma-sufrido, para dar paso al sinthome sostenido como nudo borromeo y acto de creación.

El sínthoma, entonces, en su particular modalidad de invención, suple a la forclusión del Nombre-del-Padre, en un proceso que no-cesa-de escribirse...

El inteligente amigo (se trata de un diálogo que sostenemos jóvenes novatos interesados en el psicoanálisis “filosófico"; ¡perdón por mi nueva juventud intelectual!), me argumenta:

En esta breve conceptualización tuya de lo imposible, echo en falta un autor fundamental que apenas citas y que se ocupó también del tema de lo imposible: Georges Bataille.

Le respondo:

Sí, querido amigo, los conceptos de "exceso" y de "imposible" en Lacan, tienen, indudablemente, sin analizar el núcleo aristotélico de esta última categoría, una fuente insoslayable de inspiración en Bataille —Lacan hasta se casó con la viuda de Bataille... ¡JaJaJa!—, pero lo que te expreso sobre lo imposible es un deslinde que espero sepas aprovechar... para una más justa evaluación de cierta escritura ideológica que pretende hacerse dominante aquí en los predios locales... Político-culturalmente hablando: ¿qué es hoy "lo imposible" en República Dominicana?

Jacques Lacan, indudablemente, aprendió y confirmó muchas cosas importantes en su relación dialógica con los textos de Georges Bataille, pero, “al articular los nexos entre la clínica, el deseo, el amor, el inconsciente, el goce y la pulsión”, logró unos niveles de formalización que nuestro admirado y gran pensador-artista, autor de “Historia del ojo”, “Lo imposible”, “Mi madre”, “Madame Edwarda”, “El ojo pineal”, “El ano solar”, “La parte maldita”...etc, no se propuso alcanzar en su lúcida, extraordinaria práctica de la escritura…


Continuará…


 © Armando Almánzar Botello
8 de diciembre de 2010
Santo Domingo. República Dominicana.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Sin escritura automática

Nueva meditación del viento...

Luz que se piensa.
Oscura la mirada,
en el torrente...

A. Almánzar-Botello.



Por Armando Almánzar Botello

                                                        
                                                   A Matsuo Bashō
                                                   A San Juan de la Cruz
                                                   A Fernando Pessoa



Sin escritura automática lograr
el milagro cabal:
                             un no-pensar
                                                    escribiendo
un no-existir existiendo

todo apego suspendido
toda pena en el vacío
                                        trascendiendo.

Tan sólo pensando en el viento convertir
el pensamiento
en claro rumor que presienta otra escalera
más alta:
un sentimiento que alumbre lo que Nadie jamás destruyó...
                        ¡lo que siente!...

Reescribir en el vacío toda la vida inconsciente derramando su silencio
en el roto latir ausente

                                     de Dios.

El soplo de la materia, el hueso de los conceptos,
encarnan intensamente
su misterio real inextenso...

¿Dónde estoy?...

A pesar de nosotros mismos

al pie de la gran montaña
el olvido sigue fluyendo…



Noviembre de 2010
Santo Domingo, República Dominicana



martes, 16 de noviembre de 2010

¿Hay Logos en el Pathos y/o Pathos en el Logos?

Conjeturas estéticas de un diletante

                                            Francis Bacon. Cabeza I. 1948                                                             
Por Armando Almánzar-Botello


"Lo que en mí siente está pensando". 
Fernando Pessoa


Dicho de un modo muy esquemático y apresurado, la oposición fundamental sobre la que descansa la tradición metafísica del pensamiento occidental está constituida por el binomio sensible/inteligible. Sensible: lo que se muestra a los sentidos, lo aparente o falso; Inteligible: lo que pertenece al mundo de las ideas, lo real o verdadero.

En Platón, estas dos instancias se encuentran ontológicamente diferenciadas. No obstante, en el texto platónico encontramos toda una topografía y unos protocolos de intermediación entre los opuestos que regulan el proceso de “subida” hacia el Modelo Trascendental de lo Inteligible, en una suerte de liturgia purificadora. El Logos es la potencia de la idea, del concepto, del pensamiento racional y arquetípico. Su naturaleza ascensional, “uraniana”, solar, lo vincula o conduce a la dimensión de las ideas puras localizadas en el topos uranos. (1). Allí no hay sensación. Estamos en el reino aséptico del espíritu desencarnado.

La posibilidad de un logos en el pathos (un pensar en el sentir) y de un pathos en el logos (un sentir en el pensar), implica una visión del pensamiento que deja de circunscribirlo al papel de instancia reguladora de lo sensible por mediación de la idea hipostasiada. Lo sensible se libera de la idea como esencia atemporal.

El pensamiento que no opera del modo que más tarde Kant denominará modus logicum, sería, más bien, un pensamiento-cuerpo ligado al ánima, entendida ésta como campo de mediación entre lo sensible y lo inteligible, entre la sensación y lo espiritual puro, abstracto, desencarnado. El ánima se actualiza por el impacto de la sensación, por la aisthesis. (2).

En la estética, tanto para la visión de Kant como para la concepción de Hegel (aunque haya una crítica hegeliana a Kant, en este aspecto Hegel lo valida), se produce una alteración de la mera oposición sentir/pensar y se muestra un nuevo “sensible heterogéneo” (aistheton espiritual), que disloca la oposición binaria convencional, ya que se ofrece como potencia sensorial de un pensamiento que no sabe que sabe. Problematización del platonismo.

Coincidimos con Jacques Rancière (3), a propósito de sus reflexiones sobre la estética deleuziana, cuando éste considera que el pensamiento-cuerpo es potencia en lo sensible, en la sensación, de un pensar que, como hemos señalado, no piensa al modus logicum. Se ofrece entonces de dos formas: inmanencia del logos en el pathos (modalidad romántica), que muestra cómo el pensamiento se encarna en lo que no piensa, en lo sensible, en la materia, en el "libro de la naturaleza". Y la inmanencia del pathos en el logos (al modo de la "cosa en sí" de Schopenhauer y de las estéticas modernas y post-modernas) que muestra cómo lo que no piensa (el pathos), se manifiesta en lo que piensa.

He aquí, en esta última potencia de un pensar, la desterritorialización del pensamiento hacia los límites mismos de la representación, hacia lo a-significante, hacia el pathos y la dimensión molecular deleuziana, hacia el caosmos, el trazo unario, lo figural y la desubjetivación... Exploración "escritural del vacío”...

En los márgenes del pensamiento metafísico logocéntrico y del proyecto de la ciencia, que aspiran -en el campo de coherencia que les define, respectivamente- a eliminar la sensación del ámbito del pensamiento para pretender alcanzar una pura axiomatización de la cogitación, consideramos, problemáticamente, que el elemento intuitivo, empírico, contingente, imaginario, es ineludible, inerradicable.

La Imaginación Trascendental de Kant, como campo de mediación entre lo empírico y lo trascendental, lo intuitivo-imaginario y lo conceptual, nos ofrece la posibilidad de pensar lo que Derrida ha denominado una cuasi-metaforicidad originaria como archiescritura, que produce efectos de exactitud "literal" y efectos metafóricos de "desvío".

Siguiendo estos cuasiconceptos podemos afirmar que el pensamiento-cuerpo, en su complejidad, piensa lo que siente y siente lo que piensa. Insiste, persiste en este proceso, un lacaniano "insabido que sabe y no soporta que sepamos que sabe": sensible heterogéneo a-significante: lo espiritual otro, a diferenciar de lo espiritual uraniano, hipostático, simplemente ascensional y catártico. Triunfo estético del simulacro y derrocamiento y/o decapitación del modelo platónico. (Deleuze, Klossowski, Lacan).

El error de un cierto discurso, no sólo artístico, sino filosófico y hasta científico, se manifiesta en la esencialización de un pensar desencarnado, pretendidamente axiomatizado y apodíctico, que se ofrece privado de "sentir" y no comunica de modo intensivo con la dimensión de lo sensible (con el aistheton).

Señalamos el riesgo de algunas poéticas del pensar: olvidar su arraigo en lo sensible y pretender el ascenso hacia el “topos uranos” de una belleza "clásica", armónica, eutímica, desencarnada, que no se corresponde con la radical problematicidad de la relación entre ánima y aistheton en los ámbitos de la filosofía, la estética y el mundo contemporáneos.

Siguiendo al Jacques Lacan de La ética del psicoanálisis y quizá también a Lyotard, Helí Morales Ascencio nos recuerda que, en los tiempos de la postmodernidad, la ética psicoanalítica debe conducir a una est/ética, o lo que es lo mismo, a una "estética rota", una estética barrada o tachada que implique no sólo el "velo de la belleza", la caricia, la síntesis erótica, la potencia del deseo y el acto creador, sino también lo que oculta este velo: la carencia, la finitud desgarrada, lo monstruoso, lo terrible, lo trágico, lo sublime-abyecto, lo no presentable, la intratable opacidad de lo real imposible, el reverso ígneo de la representación. (Constancia del psicoanálisis. Volumen colectivo a cargo de Néstor A. Braunstein. Siglo XXI, 1996).

De modo simétrico inverso, existe una pérdida de posibilidades para pensar el arte, cuando se entiende sencillamente que éste se manifiesta en la forma "bruta" de la sensación, de la simple emoción o de lo sensible primario "desencadenado". La pura dimensión páthica, en su calidad de mera descarga emotiva opuesta a las regulaciones del logos, no garantiza la experiencia ni la intensidad estéticas. Es preciso hacerla devenir Stimmung, a entender como síntesis del pensamiento más potente y el afecto más intenso (Nietzsche, Klossowski, Deleuze, Agamben). El arte piensa con perceptos y afectos de segundo grado. T.S. Eliot hablaba del arte como producción de correlatos simbólicos impersonales de las percepciones y sentimientos primarios.

Lo experiencia del arte como sensibilidad que piensa y pensamiento que siente, sólo se hace válida en el contexto de una deconstrucción de la oposición metafísica sensible/inteligible. Esta se efectúa mediante la generalización del elemento débil reprimido en el paradigma metafísico : lo sensible, pero con una subsiguiente transmutación, contra-efectuación y redescripción de esta categoría en un nuevo campo de funcionamiento. Algo quizá parecido a la generalización del concepto de "escritura" en Derrida o de "sinthome" en Lacan...

Para Gilles Deleuze y Félix Guattari (4), existe un pensamiento complejo como actividad de lo que ellos denominan cerebro-sujeto, categoría que es una suerte de metáfora epistémica transgresiva del concepto de cerebro triúnico de McLean.

El cerebro-sujeto piensa de tres modos: a) como ejeto: la ciencia, que utiliza "funciones lógicas" para pensar; b) como super-jeto: la filosofía, que utiliza conceptos como trama de "personajes conceptuales", y c) el injeto: el arte, que utiliza perceptos y afectos (no percepciones y afecciones en bruto, sino la contra-efectuación formal de estos accidentes hasta convertirlos en "acontecimientos-sentidos en el suspenso vital de una obra".

Deleuze-Guattari no dicen que todos estos procesos se puedan reducir a una sola modalidad de pensamiento originario, pero presentan, en su versión de una heterogénesis del pensamiento, la posibilidad de resonancia de un tipo de pensar sobre otro; de forma tal que la ciencia resuena en el arte y en la filosofía, pero también éstas resuenan sobre la ciencia y entre sí. En esta modalidad de concebir el pensamiento, Deleuze-Guattari se aproximan asintóticamente a la concepción derridiana compleja de la cuasi-metaforicidad originaria de la huella, que no podemos circunscribir simplemente a la pureza del concepto ni a lo simplemente dado por lo empírico-sensible y lo páthico.

Estamos aquí "enfrentados" a la dimensión atópica de los cuasi-conceptos, los perceptos y los afectos, con los cuales, "se piensa en el acto mismo de sentir" y "se siente en el ejercicio intensivo del pensar".

Los avances operados en los campos de la física cuántica y la lógica, desde el "Principio de Incertidumbre" de Heisenberg hasta los Teoremas de Gödel, ciertas aristas de la lógica de Tarski, las lógicas para-consistentes o inconsistentes, etc, apuntan en la dirección de una imposibilidad de articular, de un modo absoluto, las axiomáticas autoconvalidantes que pretenden obviar el campo de lo que se denomina sensible, empírico, "escoria imaginaria" (Platón, Lacan), intuición o "resistencia diseminante de lo real imposible".

La denominada física de partículas, con la búsqueda actual del bosón de Higgs a través del Colisionador de hadrones y con la posibilidad de dividir el quark, nos enfrenta hoy a problemas "equivalentes" a los que Lacan denominaba, en su espacio particular de meta-reflexión: "divisibilidad o indivisibilidad de la letra bilocada", y Derrida concebía como "restancia diseminante" de la letra en su "radical divisibilidad a-metafísica". (5).

Intentando responder provisoriamente con estas fragmentarias e inexpertas conjeturas a las  inquietudes, al desasosiego y a la perplejidad interrogante de un gran amigo devoto de la poética de Fernando Pessoa, podríamos confirmar "ahora" : lo que en el sujeto siente está pensando, "lo que en su ánima piensa está sintiendo"....

Podemos afirmarlo así, aun cuando el proyecto de ese pensamiento pueda consistir eventualmente en la erradicación, por medio de un abstracto y descaminado pensar, de la potencia del aistheton (lo sensible) que ofrece la posibilidad al pensamiento-cuerpo, al ánima, de existir como afección. Coincidimos en este enfoque con los planteamientos de Lyotard (6) y (11).

En nuestro contexto de reflexión, el campo de las artes en sentido general, cierto particular "sensible" es absolutamente inerradicable y necesario para que surja el acontecimiento estético. No se piensa sin cuerpo. No es posible el arte sin sensación.

La sensación, indudablemente, piensa: hay lógica de la sensación (7) y no sólo del sentido (Deleuze); el pensamiento, también siente -cuando la función lógica y el concepto se abren a la resonancia de los perceptos y afectos en la cuasi metaforicidad de la huella, del grama (8), del pharmakon (9), del himen, del tímpano, de la archiescritura, en fin, de lo que Kant llamó Imaginación Trascendental.

Curiosa, compleja, paradójica forma de pensar y aprehender aquello que resulta "más alto que lo alto": lo sensible transmutado que piensa. ¡Valor imprevisto de la caída intensiva, de la recaída, en la superficie Consistente, en el plano absoluto de Inmanencia! (10).

Concluimos estas notas apresuradas citando al Lyotard de Anima minima: “…importa que entre poema y matema, como dice Alain Badiou, o mejor en la trama de ambos, una escritura reflexiva se obstine en interrogar su propiedad y, por lo mismo, en expropiarse sin cesar”(11).


¡Recordando a los amigos!


Bibliografía


 (1) Platón, Diálogos. Fedro, Tomo III. Madrid, Editorial Gredos, 1992.
 (2) Lyotard, Jean-François, La ceguera necesaria (Conferencia dictada en Bogotá, 1995).
      En Los límites de la estética de la representación. Bogotá, Editorial Universidad del Rosario,
      Adolfo Chaparro, editor académico. Noviembre de 2006, Págs. 121-139.
 (3) Jacques Rancière, ¿Existe una estética deleuziana? En Los límites de la estética de la
      representación. Bogotá, Editorial Universidad del Rosario, Adolfo Chaparro, editor académico.
      Noviembre de 2006, Págs. 33-34.
 (4) Deleuze, Gilles y Guattari, Félix. ¿Qué es la filosofía? Barcelona. Editorial Anagrama, 1993,
       Págs. 202-220
 (5) Derrida, Jacques. Resistencias del psicoanálisis. Buenos Aires, Paidós, 1997, Págs. 88-89
 (6) Lyotard, Jean-François . Lo inhumano. Charlas sobre el tiempo. Buenos Aires, Ediciones
      Manantial SRL, 1998, Págs. 17-31
 (7) Deleuze, Gilles. Francis Bacon. Lógica de la sensación, Madrid, Arena Libros, 2002
 (8) Derrida, Jacques, De la gramatología, México, Siglo XXI, 1971.
 (9) Derrida, Jacques, La diseminación. Madrid, Editorial Fundamentos, 1975
 (10) Deleuze, Gilles y Guattari, Félix, Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Valencia,
        Pre-Textos, 1994
 (11) Lyotard, Jean-François, Anima minima, en Moralidades postmodernas. Madrid, Editorial
        Tecnos, 1998, Pág.169
 (12) Hottois, Gilbert, Historia de la filosofía del Renacimiento a la Postmodernidad, Madrid,
         Cátedra, 1999



Armando Almánzar Botello
5 de Noviembre de 2010
Santo Domingo, República Dominicana





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jueves, 11 de noviembre de 2010

La Pulsión de Muerte no es sólo muerte.

Es "vida, muerte"

                                  Sigmund Freud                                     

Por Armando Almánzar Botello


                           
                                                           A Fidel Munnigh, pensador auténtico


Además de lo que hemos escrito recientemente con el propósito de "conversar" -con muy contados y especiales amigos de la "parroquia" intelectual vernácula- en torno al problema de las relaciones entre Principio de Nirvana y Pulsión de Muerte, insistimos con estas breves notas para legitimar quizá un poco más nuestra idea de que no se prosiga concibiendo tal pulsión en su modalidad conceptual meramente termodinámica clásica, es decir, como simple pulsión de (auto)destrucción, entropía y retorno a lo inanimado. Lo reiteramos: no sólo así debemos y podemos teorizarla.

La pulsión de muerte, como decíamos que la concibe Jacques Lacan -principalmente en su Seminario VII, La ética del psicoanálisis-, es también gasto, tensión, esfuerzo, goce de la diferencia e hiperestesia, no simple abocamiento a estados letárgicos, nirvánicos, entrópicos o comatosos.

La pulsión de muerte es un intento de empezar de nuevo después de transgredir ciertos límites. En este sentido es que Lacan reinterpreta el "más allá del principio de placer" de Freud. Concebida de este modo, la pulsión de muerte se constituye en la instancia "creacionista" que posibilita todo proceso de subjetivación-desubjetivación y abre la posibilidad de transformar críticamente la pretensión autárquica de las hegemonías vigentes.

Pasa con ella algo parecido a lo que sucede con el concepto de "lo intensivo" en Kant (ver su Crítica de la razón pura). El grado mayor o menor de concentración de una sensación en un instante es su intensidad. Aquí se llega a la conclusión de que la intensidad se mide en su relación con el cero (0), ya sea que disminuya o aumente el potencial.

La caída (pulsión de muerte) sería el devenir activo de las fuerzas. Gilles Deleuze nos aclara: no hay que concebir la caída en términos puramente termodinámicos clásicos, entrópicos, reductivos. Deleuze diferencia la caída física, espacial, termodinámica, de la caída intensiva kantiana. Esta caída no se produce necesariamente hacia abajo. No es de modo obligatorio "miserabilista". Puede ser una caída "hacia arriba", en el ascenso hacia niveles superiores de fuerza.

¡Caer hacia arriba! "Sólo en la caída se cumplen las presencias", nos dice un poeta.

Esto así, porque todo incremento de fuerza, de tensión, se experimenta fenomenológicamente como una caída (Kant, Lacan, Deleuze). La caída y la pulsión de muerte son el devenir activo de las fuerzas y las pulsiones.

                                  Jacques Lacan                                        

Consideramos que la pulsión de muerte no se encuentra en limpia oposición a una pulsión de vida (que no existe como tal), sino que ella misma, como pulsión de muerte y "abyección sublimada", propone y crea su "propia" neo-territorialidad. Sin que haya una simple coincidentia oppositorum, aquí Eros copula con Tánatos y sin este último -y su potencial de desintegración reorganizadora- no hay posibilidad de renacimiento simbólico para las estructuras psíquicas y sociales. La relación de vendaje entre lo erótico y lo tanático estaría definida por una cópula disyuntiva inclusiva.

Como bien señala Deleuze, lo que importa es el diagrama de fuerzas en el que se traza la línea de fuga. Si esta se constituye, por un lado, en "pura línea fría de abolición y muerte" (por ejemplo, la trayectoria de un avión que se estrella contra las Torres Gemelas; el recorrido de una bomba que cae sobre la ciudad de Bagdad; los alimentos envenenados que van a los labios de niños inocentes), o, por el contrario, se constituye en línea mutante, metamórfica, de polivocidad y vendaje entre energía libre de los procesos primarios del inconsciente y/o energía ligada de los procesos secundarios del sistema preconsciente-consciente.

Ejemplos de esta línea de fuga en su modalidad creativa los tendríamos en el acto de escritura en sentido fuerte, en la creación artística en general, en el encuentro entre los que se aman, en el compromiso político con la justicia y las reivindicaciones sociales con miras a construir espacios para lo que Derrida denomina "la democracia que vendrá".

Podemos decirlo de otro modo más directamente ligado con la filosofía. En lo que Sartre denomina (ver su obra Crítica de la razón dialéctica) totalización-destotalización-retotalización, la destotalización no es una destrucción en bruto, ni un simple afloramiento de la "negatividad pura hegeliana", sino una negación parcial que permite una subsiguiente re-totalización.

Eso lo comprendieron muy bien "sujetos-rizomáticos" (Guattari) de la estrategia creativa "aéreo-subterránea" como Kafka, Joyce, Beckett, Cioran y Bacon (el pintor), para citar "antojadizamente" cinco figuras emblemáticas de la modernidad que se tomaron el trabajo de "decir", activamente y a través de su precisa, parsimoniosa y filigraneada escritura, "el vaciamiento catastrófico de la significación".

Por este motivo, esos cinco artistas-pensadores no deben ser considerados simples representantes del nihilismo occidental. Ni reactivo ni pasivo. La "forma estallada" que utilizan estos creadores como dación de estructura en sus obras no es, como bien señaló Umberto Eco, mera ausencia de forma ni torpe caída inercial en la "empiria accidental" de una pulsión de muerte como agujero negro que se traga a la escritura.

Esa "forma estallada" no es un ruido blanco padecido como a-significante o insignificante, sino el "accidente" elevado a la dignidad de "acontecimiento", la obra perfilando el vacío de la Cosa, el proceso del síntoma contra-efectuándose en sinthome estético. Exploración, experimentación e interpenetración compleja de sentido y sinsentido, de forma y no-forma. He aquí lo informal, o, más bien, aquello que Lyotard, luchando contra la absolutización de la clausura representativa, ilustrativa, figurativa, ilusionista y mimética denomina lo figural.

El verdadero nihilista padece la pulsión de muerte; muere sin obra, en un anonimato de primer grado. El "nihilismo realizado", pleno, es esencialmente incomunicable. No es lo mismo este nihilismo padecido que el "nihilismo consumado" de Nietzsche, como denomina Deleuze al punto de transmutación de la subjetividad en Potencia de Afirmación Selectiva. El discurso nihilista-pasivo absoluto es desconocido, imposible, inefable. Del mismo modo en que -como nos testimonian Primo Levi y Giorgio Agamben- el testigo integral del horror no puede hablar para dar testimonio, porque sencillamente ha sucumbido de un modo radical en el fragor absorto de la catástrofe.

Pero toda auténtica escritura se mide con esta ausencia, con esta imposibilidad y este vacío. Ella se plantea la exploración asintótica del horror. He aquí el problema activo de decir la imposibilidad de decir. Caída intensiva en la escritura.

Pretendemos entonces -por una vía distinta- cribar, cernir la dimensión problemática, ambigua y mixta de la pulsión de muerte. En su crítica al monologismo del poder y a los nuevos discursos del amo, Julia Kristeva nos recuerda lúcidamente: "Hacer pasar la pulsión de muerte al discurso, es la más sólida barrera simbólica contra el retorno de los fascismos".

La pulsión de muerte sería equivalente, en cierto modo, a la inestabilidad y el caos frente a la estabilidad homeostática del Poder Avasallante y su Guerra Preventiva. Derrida observa que los dos primeros conceptos -inestabilidad y caos- representan lo mejor y lo peor, simultáneamente. Lo peor, porque sin estabilidad -macro y/o micro- no hay vida social. Lo mejor, porque inestabilidad y caos permiten la permanente renovación política del contrato social. Esa es también, a nuestro entender, la dimensión aporética de la pulsión de muerte.

La pulsión de muerte freudo-lacaniana no es entonces un simple valor nihilista. Pulsión de muerte no es mera pulsión nihilista de (auto) destrucción, aunque eventualmente pueda encarnar este aspecto. Contra una interpretación banalizante, unidimensional, de este concepto, ofrecida desde hace largos años por los psicoanalistas estadounidenses -Erich Fromm a la cabeza del denominado revisionismo neofreudiano edulcorante-, se levantaron, en sus respectivos momentos, Theodor Adorno y Herbert Marcuse, potentes filósofos de la Escuela de Frankfurt.

Para bien y para mal, ¡la pulsión de muerte sigue viva, actuando en los seres humanos! En el resto descubrimos el reto: abocarnos solidariamente al ejercicio de una práctica creativa, ética, política, transformativa; potenciar la capacidad de transmutar y renovar, desestructurar y reestructurar -de un modo permanente, crítico, múltiple- nuestro estatuto de sujetos vinculados problemáticamente con el discurso y lo social.



Armando Almánzar Botello
Santo Domingo,  República Dominicana
11 de noviembre de 2010

lunes, 25 de octubre de 2010

JACQUES LACAN en República Dominicana

 Unas pocas digresiones sinthomáticas
                   Jacques Lacan (1901-1981)


Por: Armando Almánzar Botello


Una específica entidad escritural es el ensayo libre, “poético-literario”, digamos lúdico; otra un poco diferente el ensayo que, sin ser científico en sentido estricto, pretende respetar los conceptos o categorías de una disciplina, los cuales, con toda seguridad, pueden ser problematizados críticamente por un ensayista, pero sólo si éste conoce la cartografía cognitiva por la que se desplaza su escritura con los ojos mínimamente abiertos.

Si bien es cierto que el simple principio de autoridad no ofrece fundamento para ningún juego   -incluidas las reflexiones filosófica y psicoanalítica-, mucho menos lo hace el capricho o el manejo ignaro de los conceptos en un supuesto “abordaje crítico” de problemas muy complejos en el territorio conceptual de la disciplina de Freud y de Lacan.

Como muestras del fracaso de ambas “estrategias” sólo debemos recordar la paradigmática imposibilidad de jugar plenamente, tal como aparece en el capítulo VIII del juego de croquet en Alicia en el país de las maravillas, por efecto de la ausencia de reglas claras en el juego y por los caprichos soberbios de la Reina. Los flamencos, utilizados como mazos de croquet, se decidían a ser jugadores o simplemente escapaban, cansados de ser meros instrumentos de la dinámica lúdica; los erizos, que funcionaban como bolas, cambiaban de posición y buscaban un hoyo para ocultarse, mientras la Reina decretaba, sin ninguna clemencia, cortes de cabeza a diestra y siniestra, a manos del verdugo real...

El colmo de la arbitrariedad semántica, genialmente planteada por Lewis Carroll como un problema lógico y lingüístico, lo encontramos en otro texto del escritor inglés, Alicia a través del espejo, donde la figura simpática pero petulante de Humpty Dumpty –nombre traducido al español como Estate Tieso o Tente Tieso, un huevo parlante con el que Alicia discute en un cierto momento de la obra-, le asegura a su infantil interlocutora que las palabras significan lo que a él le venga en ganas, y que, cuando dice "perro" puede muy bien significar "cuchara", o cuando nombra la "sal" puede referirse perfectamente a "San Eustaquio".

Humpty Dumpty afirma que toda significación o "capacidad de conceptualización" depende de su estado de ánimo voluble, frivolidad característica de los Señores del Discurso entendidos como santa “sede del código y garantes de la verdad”, al decir de Lacan refiriéndose al Gran Otro del lenguaje en su calidad de Tesoro del Significante.... ¡La significación de las palabras está en manos del Amo! ¡Horror! ¿Pero no ha sido siempre así?... ¡Jo!

                                                                         
¡Pues bien! Para no caer en situaciones tragicómicas y humorísticas parecidas a las mencionadas, y por aquello que los aguafiestas denominan razones metodológicas, en primer lugar habría que establecer en ciertos ensayos de pretensión filosófico-psicoanalítica lo que entienden algunos ensayistas de República Dominicana cuando utilizan categorías tales como deseo, pulsión, perversión, goce, placer, "deseo carente de pulsión", "pulsión de muerte" -muy ligadas al pensamiento freudiano y lacaniano-.

En el contexto de algunos trabajos “glocales” sobre el tema hay un uso "muy libre" de estos conceptos; una utilización casi "idiolectal" de ellos, que al ser considerada desde la "conversación" teórico-psicoanalítica podría resultar un mero juego de fantasmas conceptuales o caprichos sintagmáticos... ¡Quizá, creaciones cuasi-poéticas a degustar aprés-coup por su posible carácter avant-la-lettre !...

No era éste el caso de Lacan, como creen aquellos que cifran el triunfo de su propia frigidez o impotencia cognitivas en los asertos de un mal libro hijo de la mala fe y de la lectura apresurada y descontextualizada de los textos criticados, que sus autores, A. Sokal y J. Bricmont, titularon: Imposturas intelectuales.

Hace años que la verdadera impostura se descubre del lado de aquella perversa lectura de la obra y el pensamiento de algunas de las figuras “triunfantes” de la intelectualidad francesa. Trabajo del oportunismo político y del puro resentimiento ilustrado, el de los eminentes intelectuales Sokal y Bricmont, en ese mencionado libro por encargo…

Por otra parte, en Dominicana, frases “glocales” muy complejas de presumida orientación analítica y filosófica, producidas por escritores del patio, nos parecen un mero juego de palabras que desconoce el valor que detentan en psicoanálisis categorías tales como goce, deseo, pulsión, nudo, síntoma, sinthome...

            Retrato de René Descartes. Frans Hals.                                

Por lo menos, “mis luces intelectuales, que son moderadas”, no alcanzan, por ahora, ni siquiera a merodear algunos usos inéditos de términos freudo-lacanianos acuñados por la charlatanería mediática quisqueyana ligada a cierta crítica pseudoliteraria que confunde genuina autoridad intelectual con poder político circunstancial...

No es cierto, como aseveran algunos ensayistas glocales, que para el psicoanálisis la pulsión destruye al deseo; creemos que más bien lo apuntala. Existen, eso sí, deseos vacíos, que aparecen en la clínica –y también en la política-, como anhelos "locos" -Freud y Lacan señalan este fenómeno-, sólo producidos por el mero efecto de una prohibición o por la infatuación compensatoria de un Ego desfallecido que reniega su origen y se avergüenza de su especificidad psico-social como de lo innombrable de una magra leyenda...

Pero el psicoanálisis establece que todo deseo real está sustentado en la pulsión o guarda una relación estructural con ésta. Y Wittgenstein nos decía que, aceptémoslo o no, nuestros juegos de lenguaje están ligados, estructuralmente, a nuestros particulares estilos de vida….

Por su parte, Nietzsche afirmaba que tenemos las verdades que merecemos en función del lugar donde montamos guardia o hacemos vigilia. Y esa realidad no se transmuta de la noche a la mañana…

La llamada acotación o reducción de los deseos es un efecto del análisis que se opone a la aspiración de "plenitud de ser" característica del "Yo imaginario" (Moi), el cual, a través de una pertinaz maniobra obliterante pretende obturar la falta mediante objetos de "apropiación" que funcionan, en el contexto del Mercado Capitalista, como señuelos y prótesis “suturantes” de la falta-de-ser del Otro inconsciente

Por ejemplo, el libro impreso puede funcionar como objeto de apropiación y garante imaginario de "un saber en estado de latencia" que pretende taponar la carencia-de-ser y las insuficiencias de nuestra condición mortal... Verdadera Metafísica o Teología del Libro como medio para tomar por asalto un cierto cielo psicosocial donde podamos ejercer el papel de.... ¡dioses!... Pues bien, ¡Dios ha muerto!, pero no tanto… o por lo menos, no de ese modo tan alevoso y banal...

En el contexto psicoanalítico lacaniano -al que parecen remitir esos artículos “domínico/glocales” sobre psicoanálisis, hijos bastardos de un “Falso Pretendiente Filosófico Platónico” y de la fértil pero promiscua Internet, lo que no estaría nada mal si no fuera por la “vana-gloria” exclusivista de la Logia-, se cita en ocasiones una reflexión de Lacan sobre el carácter prohibido y bloqueado del Goce: "...Hay que aceptar que el goce como tal se encuentra interdicto para quien habla, y no puede ser insinuado sino entre líneas…".

Nos vemos obligados a especificar que el Goce aludido aquí por Lacan -y la Pulsión de Muerte implícita en este concepto-, no debe ser entendido como instancia equivalente al Principio Freudiano de Nirvana. Algunos ensayistas y creadores dominicanos lo creen así…

Este tema freudiano del Principio Nirvana está muy conectado con ciertos aspectos del pensamiento de Schopenhauer –que toma esta noción de la mística india, hinduista y budista- y con las consideraciones de la analista británica Bárbara Low.

La noción de Nirvana alude a la reducción o caída a cero de todas las tensiones psíquicas. -Este problema de “lo intensivo” también está presente en Kant-. Sería una suerte de Principio Radical de Constancia Cero que no coincide aquí con el Principio de Homeostasis como regulación del organismo vivo en sus interacciones con el medio.

                                                                           
Freud vincula el Principio de Nirvana con las nociones de entropía, muerte térmica o “retorno radical a lo inanimado”, pues él piensa este “más allá del principio de placer” utilizando en su elaboración metapsicológica algunos cuasi-conceptos provenientes de la gran tradición cultural humana, de la física termodinámica de su época, de la energética de Ostwald…

En realidad, para Freud, el Nirvana es una caída mítica en un “más acá” de la Urverdrängung o Represión Originaria fundante del inconsciente tópicamente deslindado del sistema preconsciente-consciente. Grado Cero de la subjetividad.

Para Freud, Nirvana como pulsión de muerte es una caída en la indiferenciación absoluta, en la indistinción vida-muerte. Anestesia o letargo radicales.

En Lacan, quien a diferencia de Freud maneja un modelo lingüístico-antropológico y matemático-topológico del “aparato psíquico”, existe una contraposición radical entre el deseo y el goce. Para desear, el sujeto debe aceptar la reducción, prohibición o interdicción del Goce por intervención del proceso de Metaforización Originaria que opera en el Nombre-del-Padre. Con posterioridad Lacan hablará de nombres-del-padre, en plural, per-versiones y/o suplencias sinthomáticas de la metáfora paterna. Pero esta es una fase relativamente tardía en el pensamiento lacaniano…

El psicoanálisis es una ética del deseo, no una ética perversa del goce. "Wo es war, soll Ich werden", dice Freud, y traduce Lacan: "Allí donde Ello (Ça) era debo yo (Je) advenir".

Jacques Lacan re-escribe el “más allá del principio de placer” característico de la freudiana Pulsión de Muerte y el Goce a ella ligado, y los concibe no como retorno al “más acá” de lo inanimado sino como lo más parecido a la vida: tensión, esfuerzo, gasto energético, derroche, exceso.

Esto conduce al sujeto a experimentar la angustia como señal de alarma indicativa de que el deseo, en su ejercicio y tensión hacia el objeto "a" como plus-de goce, se aboca a la disolución del imperio imaginario constituido por el yo (Moi) en sus límites convencionales establecidos.

Lacan, como se puede visualizar, no concibe esta experiencia del goce como pasividad, anestesia, torpor, búsqueda del descanso final, “caída inercial” en un “más acá” o reducción a cero de toda tensión, sino como esforzada hiperestesia, “caída intensiva”, juego de la diferencia y lúcida embriaguez dionisíaca. Encuentro fortuito con lo que “ofrece noticias” del objeto “a”: Tyché.

El autor de los Écrits nos habla en su Seminario 7 La Ética del Psicoanálisis, de una sublimación "creativista" de la Pulsión de Muerte: “Voluntad de empezar de nuevo más allá de todo límite”.

En Lacan, “el más allá del principio de placer” se concibe como renuncia a la blanda gratificación, al apaciguamiento de la necesidad (Befriedigung), al pleasure seeking como evitación del displacer.

El deseo apunta al goce como exceso, como imposible más allá del bien y del mal, que erosiona los límites de la territorialidad psíquica bajo control del sujeto, pero en el acto creativo de producir, simultánea o subsiguientemente, la reformulación de una nueva territorialidad simbólica y una “reinscripción inédita” de los límites del psiquismo. Nada de masoquismo convencional en esta visión, que no autoriza la crueldad y la privación a que somete al sujeto el Amo Capitalista.

Como Wittgenstein lo señala en sus Investigaciones Filosóficas, coincidiendo en esto con Freud y Lacan, no es posible explorar los laberintos y fronteras del sinsentido fáctico sin realizar un movimiento pendular de retorno al territorio del sentido y a la intención de significación (Bedeutung intention, como decía Husserl en sus Investigaciones Lógicas).

Por ello, consideramos, junto con Freud, Wittgenstein y Lacan, que la vida psíquica sólo es posible contaminada por el des-ser, el sinsentido y la muerte, pero entendida también en su carácter de tensión o vendaje (Derrida) entre procesos primarios continuistas de energía libre, y procesos secundarios discontinuos de energía ligada.

Nada aquí, pues, de Discurso del Amo, pero tampoco nada de capricho "lúdico-terminológico" que sólo nos conduce al ejercicio retórico obturador de la carencia. Lacan señalaba que el objeto "a" tiene dos vertientes: 1) Lo que se escapa y nos deja su imagen para que nos engolosinemos con ella como señuelo o mascarada y 2) El hueco real o vacío que opera como significante de la falta en el Otro; hueco “inobturable” y no especularizable.

Como se puede ver, el asunto no es de "creatividad verbal caprichosa" sino de una problemática concreta que, apoyada en la experiencia clínica permite estructurar su propio territorio teorético susceptible de "importaciones conceptuales" filosóficas, pero cerrado a un manejo caprichoso y meramente intuitivo de términos mal "a-similados".

                                                                             
Esa manipulación conceptual, de imponerse, haría que cualquier cosa pueda ser dicha en ciertas disciplinas humanísticas sin respetar mínimamente la coherencia interna de su campo epistémico. Con ello, simplemente estallaría la posibilidad de comunicar ideas y auténticos conocimientos. ¡Solipsismo y autismo teóricos totales!...

¿Autismo de la insularidad a pesar de la “globalización del conocimiento” lograda a través de lo que pomposamente los Nuevos Maestros de los “cyber-ilotas postmodernos” denominan “redes sociales virtuales y postmodernas del conocimiento”, “innovación inversa”?

Innovación inversa al servicio de las mega-corporaciones transnacionales, que más bien podría devenir, para los países pobres o llamados emergentes, en innovación catastrófica en reversa...

Pero este artículo completo es una digresión… Estamos en República Dominicana, tierra en la que cuarenta días de Diluvio en las Tinieblas equivalen a una década y media de promesas redentoristas y demagogia populista por parte de los políticos que han asumido el poder “democrático” después de las Dictaduras de Trujillo y Joaquín Balaguer! ¡En fin!....

El doctor Néstor A. Braunstein, una figura muy importante del psicoanálisis hispanoamericano de los últimos treinta y cinco años, estuvo en República Dominicana hace más de una década y pudimos descubrir, al comunicarnos con él en la Academia de Ciencias, institución en la que el psiquiatra y psicoanalista judío-argentino establecido en México ofrecía un excelente curso-taller, que algunos participantes podíamos hablar la misma “lengua teórica” que él, o que por lo menos nos entendíamos, mediana y razonablemente, hablando en “idioma” freudo-lacaniano. El discurso analítico, aunque de modo precario, y sin la suficiente experiencia clínica por nuestra parte, hizo entonces lazo social… ¡Y no precisamente por intermedio del capricho semántico!…

Hemos dialogado con las escrituras de Freud, de Lacan y del mismo Braunstein durante largos años –entre otros muchos psicoanalistas-, y creemos haber podido cribar, filtrar e interpretar algo de lo que ellos dicen sobre el psicoanálisis y su compleja singularidad clínica y epistemológica. ¡No podemos jugar sin reglas!

Ciertos “ensayismos poéticos glocales" de pega y relumbrón, al juguetear en torno a esta disciplina psicoanalítica -con la excepción de los rigurosos trabajos del psicoanalista y psicólogo clínico dominicano Huberto Bogaert García, y unos cuantos especialistas más que no son simples retóricos sino verdaderos estudiosos del tema-, me ofrecen, paradójicamente, mayores dificultades hermenéuticas, a mí, un simple diletante no autorizado, que los arduos discursos de Freud y de Lacan. ¿Xenofilia o Complejo de Guacanagarix? ¡Pues no!... Simple y civil amor a la sabiduría...

En los Humpty Dumpty locales no hay otras reglas de juego que el tiránico positivismo pragmático y/o el capricho balbuceante en brazos de una engreída ilusión epistémico-literaria. Lo decimos nosotros, los desterrados de la Academia y del éxito, los que no detentamos emblemas ni títulos que no sean nuestra desengañada, perseverante y parsimoniosa vocación de ignorancia… ¡Punto y aparte!
                                                                             
                                                                             
No decimos que aquellos arrebatos “lírico-sentimentales” estén equivocados con respecto a una supuesta “verdad establecida de un modo absoluto” o que sean culpables de algún pecado definido en términos neo-positivistas. ¡No!

Simplemente “se dice” que necesitamos de un cierto “tiempo de comprensión” para describir, asimilar y situar políticamente algunos discursos, “neo-conceptos”, nociones y jerarquías apresuradas elaborados por sujetos darwinianos de la Struggle for Life Dominicana. Nos referimos a esas “gnoseologías” canallas muchas veces construidas de una forma fragmentaria por el mero afán de “figureo” mediático característico de algunos “intelectuales” dominicanos que utilizan ahora la Red como fuente básica de información y "formación", sin haber agotado una fase de serena lectura reflexiva de los temas abordados en sus trabajos; ciclo que debió iniciarse, por razones obvias, en la Galaxia Gutenberg…

¡Aquí en Dominicana los “selectos cualquiera” opinan sobre cualquier cosa, te propinan un “palo epistémico” y la pandilla del Poder permanente los pone, si los “cualquiera” saben asumir su papel de súcubos funcionales, a pontificar y a legislar en cualquier área del conocimiento! ¡Qué paradoja en un Gobierno de Las Luces!

Sorprendentemente, estos “críticos” pretenden extraer una cierta plusvalía simbólica del discurso de Jacques Lacan, cuando en realidad dichos “ilustrados” desconocen las “categorías mínimas” de la enseñanza del psicoanalista francés en su historicidad particular, y pretenden virarlas, irreflexivamente, contra los propios presupuestos teóricos de este pensador…

Entre tanto debemos decir, a propósito de un mandato al goce que escuchamos en ciertos predios “poéticos” todavía “neo-liberales”, que el deseo apuntalado en la pulsión de muerte se dirige al goce, pero a un goce posterior al corte producido por la injerencia del significante que funda o constituye a la subjetividad.

El goce mítico anterior al corte, en su condición de goce de la Cosa (Das Ding), es precisamente el que hay que abandonar, por una causa estructural llamada castración primordial u originaria, para alcanzar el estatuto de sujeto deseante. A ese goce que aniquila se encuentra ligada una cierta interpretación de la Pulsión de Muerte como aspiración al Nirvana freudiano. Es el llamado goce psicótico y/o autista. Por eso el primer Lacan escribe: "La castración quiere decir que es preciso que el goce sea rechazado para que pueda ser alcanzado en la escala invertida de la Ley del deseo".

Pero el último Lacan, el de la Clínica del Goce y de los Nudos Borromeos, nos dice que el sujeto goza en su raíz, en el circuito mismo de la pulsión que gira en torno al objeto de la carencia. El goce como horizonte, al que “se” aspira siguiendo los carriles del significante, es un goce otro; constituye un gozar de hacer semblante o generar lazo social por medio de la producción de semantemas concatenados, con mayor o menor lógica, en el discurso. Proceso de desestructuración-reestructuración de semblantes.

Una cosa es "hacer semblante de gozar" (Braunstein), identificándose con el papel obturador del objeto “a” en cuya pantalla coloca el analizado al analista en la transferencia; y otra muy diferente es aceptar en dicha relación transferencial la condición de semblante del objeto “a” o plus-de goce, causa del deseo, pero sin identificarse con su cara obturadora, sin confundirse con su carácter de tapón imaginario.

La primera estrategia es la del discurso perverso: “yo tengo la clave de tu deseo, ¡y no te la doy; y no te la doy!”… En la segunda maniobra, el analista se identifica con el vacío que permitirá al sujeto encontrar su “propio” deseo (que es, a fin de cuentas, el deseo del Otro afectado por la falta), e inventar su modo particular, o más bien singular, de Goce.

Aquí, en este tiempo lógico, el analizado se identificará con su síntoma, cuyo potencial gozante habrá sido acotado, reducido por mediación de un proceso analítico logrado que convierte a la compulsión de repetición, a ese padecer el síntoma, en una "temperancia de goce incurable por interposición de un retoque o una suplencia". Poética del Sinthome. Saber hacer con el síntoma. Final posible del análisis...

De modo pues que, la autoridad o el saber supuesto (sujet supposé savoir) es el origen del proceso analítico, en tanto que el paciente coloca al analista en esa posición: la del sujeto que se supone sabe. Pero al final del análisis el sujeto vive una experiencia de desubjetivación que rompe sus cristalizaciones imaginarias o por lo menos modifica el estatuto de su relación con ellas.

Por su parte, el mismo analista experimenta un proceso de "des-ser" (dés-être) o “descompletamiento” que lo reconduce a su estatuto de sujeto apoyado en el vacío, lo cual es un modo específico de hacer lazo social como síntesis disyuntiva inclusiva...




Armando Almánzar Botello
Octubre de 2010.
Santo Domingo, República Dominicana.

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sábado, 28 de agosto de 2010

La muerte, la castración y el deseo


(Divagaciones en torno a la violencia)

Carta abierta a un amigo poeta.


Por: Armando Almánzar Botello



Sin que debamos concebir la pulsión como un ente orgánico (más bien es un constructo o "artefacto" susceptible de desmontaje, y toda pulsión siempre es de muerte), ella es lo imposible de un real que no se deja asimilar de modo pleno por lo simbólico.

Sí, querido poeta, el deseo convoca y confirma a la muerte; no es posible sin una aceptación de la muerte, pero sólo si opera más allá del principio de placer como mera evitación de la falta, de la carencia, del displacer ligado a la experiencia de la pérdida y a la confrontación con lo real de la Cosa obliterada.

Por ello, la ética del psicoanálisis no es una ética superyoica del goce (¡Goza!, como falso imperativo categórico del Carpe Diem: banalidad del mal en el Discurso capitalista del Amo y su Mercado), sino una ética que apunta al goce a través de "la escala invertida de la ley del deseo". ( Jacques Lacan).

El psicoanálisis nos concede también la libertad de no gozar, nos permite sustraernos al goce padecido que se reduce a una mera imposición o mandato superyoico; la experiencia analítica nos habilita para gozar de otro modo distinto al que implica dicho goce "mercadológico" del síntoma convencional: el ¡goza!, en su calidad de compulsión y mascarada.

Nada de "Happy hour perpetuo". Más bien, goce del sinthome con todo lo que ello implica de diferencia y reposicionamiento estructural de un sujeto temperado con respecto al goce del symptôme usual en su condición de goce padecido, de catastrófica bulimia existencial que vampiriza al otro negándole toda realidad como otro de pleno derecho.

El desamparo (Hilflosigkeit), es la forma en que el sujeto vive la posibilidad de su muerte; es resultado de la exposición del sujeto, situado más allá de la angustia (Angst), a la dimensión imprevisible del acontecimiento que proviene de la extimidad, de la alteridad constituyente.

La Represión Originaria (Urverdrangung) rechaza el goce bruto del cuerpo, operando sobre él, con la letra, el significante y la "metáfora paterna", un vaciamiento de su gloria extática, para que se constituya el goce del Otro propiamente dicho, en tanto que goce reprimido, temperado, "lenguajeado", marcado por la carencia como significante de la falta de Ser.

La violencia divina, esa que menciona Walter Benjamin (hay que mencionarlo por su nombre completo para evitar la ilusión de que todas estas ideas son nuestras: debemos aceptar aquí la pérdida, my baby), no alude a la violencia segura del poder constituido, avalada por el Gran Otro del Estado, sino a la decisión ética tomada en responsable soledad (S. Žižek), sin garantías trascendentales, en ausencia de "catecismos" de grupo y de sustentación en la "moral pragmática" de los poderes fácticos.

Temor y temblor de la decisión ética en el horizonte de la justicia, en la radical exposición a la vulnerabilidad o letalidad del otro a su lado Cosa freudo/lacaniana, monstruosa por atípica y no específica, mas necesaria, pero exposición sin la garantía de un Dios, sin el Partido, sin el Estado, sin la Pandilla o sin el "regateo del Mercado" (Jacques Derrida), como instancias garantes o incitadoras de nuestros actos (riesgo del terror fundamentalista en sus diferentes modalidades asesinas).

Violencia divina no es la de Creonte, sino la de Antígona. Violencia es la de cada cual cuando en lúcida soledad y angustia, se decide a "tomar" la justicia ardiente en sus manos de cara al rostro vulnerable y/o amenazante del otro ...

¡Hay que renunciar primero al goce, aceptando la pérdida y la muerte, para que podamos alcanzarlo, sin trascendencia onto-escato-teo-teleológica, en la "la escala invertida de la ley del deseo".

Dice Lacan, por intermedio de Néstor A.Braunstein, que existen tres Goces: Goce del ser más acá del corte (riesgos: la psicosis y el paso al acto asesino); Goce fálico (riesgos: la neurosis y/o la perversión), y el Goce más allá del corte (riesgos: la poesía, el erotismo, el amor, la santidad y la nueva revuelta).

Por eso Kant, Freud, Marx, Lacan, Derrida, no eran meros perversos en el sentido "técnico" del vocablo. Perverso: el que hace semblante de gozar, en lugar de gozar de hacer semblante (con lo que implica esto último de aceptación de la castración: Corte y vaciamiento de goce operados por la letra y el significante; compromiso y/o tensión entre banda de movilidad/dispersión y contrabanda de estabilidad/concentración. Alianza necesaria para "la vida, la muerte" (Derrida), entre dispersión del proceso primario del inconsciente y concentración de los procesos secundarios del psiquismo. (Freud).

Poner en juego la pulsión de muerte en el texto y en la vida, implica entonces una metamorfosis o transmutación "creativista" de la mera destrucción en bruto. Lo que no niega el hecho de la violencia real en una "economía ética de la violencia".

Lo eternamente cuestionable es "la seguridad del juego fundado" en la que se afirman, sin riesgo, el Poder Asesino y su violencia estructural, sistémica, administrada por los diversos agentes de buena y aséptica conciencia puestos incondicionalmente a su servicio.

Ejemplos de violencia estructural en el mundo contemporáneo, mi querido poeta, podemos observarlos en estos hechos: 1) Falta de atención médica de calidad para la mayoría de la población, 2) Falta de educación idónea para los ciudadanos y ausencia de las precondiciones mínimas para efectuar el proceso de enseñanza, 3) Ausencia de auténticas oportunidades de trabajo productivo, 4) Suspensiones en el suministro de energía eléctrica y de múltiples servicios a los ciudadanos aunque se paguen los impuestos correspondientes y las bárbaras tarifas, 5) Desatención por los diversos Gobiernos a los Aparatos Productivos Nacionales, para responder tan sólo a la voracidad de las grandes Corporaciones Transnacionales y a las ambiciones personalistas de políticos y comerciantes importadores canallas, en perjuicio de los reales intereses  básicos de los pueblos, 6) "Democratización" abusiva de las penalizaciones fiscales con protección directa o indirecta a los márgenes de beneficios del Gran Capital, 7) Acoso a la libertad de libre expresión del pensamiento bajo amenaza de que te pueden suspender como castigo las posibilidades laborales de sobrevivencia, zombificarte socialmente, y, en el peor de los casos, arrancarte la vida misma... etc. etc, etc...

Pero el sujeto ético, querido amigo, "avanza solo y traicionado"; y en el horizonte del goce como tropiezo, como felicidad sin esperanza de nuestro (des)encuentro tíquico con lo real, se perfila lo fallido, la desubjetivación y la muerte como grado cero y matriz de toda subjetivación...

No obstante, parafraseando a Lacan, ¡yo persevero, tú perseveras, él persevera: nosotros perseveramos!

Y como decía el gran poeta español Luis Cernuda:

¿Qué herencia sino ésa recibimos?
¿Qué herencia sino ésa dejaremos?



Un abrazo, poeta.

Armando Almánzar Botello.
28 de Agosto de 2010

Santo Domingo, República Dominicana.