lunes, 25 de julio de 2011

Los plagios de William Shakespeare

    (Parábola discordante como nota breve)

           Francis Bacon. Tres estudios para un autorretrato. Tríptico 1976                                       

Por Armando Almánzar Botello


No pretendemos reivindicar para nosotros originalidad alguna cuando escribimos las líneas que a continuación pueden leerse.


Algunos críticos afirman que William Shakespeare fue un genio plagiario que por su holgada situación económica, su capacidad histriónico-política y su contacto complaciente con el Poder y el gran público, pudo  presentar como propias las creaciones que les había hurtado a Plutarco, Bandello,  Ben Jonson,  John Fletcher, Thomas Nashe, Francis Bacon y a otras figuras relevantes de la antigüedad y de su época…

Algunos especialistas llegan todavía más lejos y afirman que hubo varios William Shakespeare, y que el poeta dramático inglés, reconocido por la tradición como natural de Stratford-upon-Avon, no fue el verdadero autor de Romeo y Julieta, Otelo, Hamlet, Macbeth, El mercader de Venecia, Coriolano, Enrique IV, El Rey Lear y El sueño de una noche de verano, perseverantes monumentos literarios entre algunos textos más que se le atribuyen. Según aquellos que apuestan a esta ensortijada conjetura, de otro William es la gloria.

Para unos pocos hermeneutas e investigadores William Skakespeare no existió nunca, y como sucede en el caso del gran poeta ciego de la leyenda, Homero, se piensa que el dramaturgo y poeta de marras era un simple colectivo de escritores y/o una exigencia formal presupuesta por la coherencia interna de una obra. Alguien debía ser el autor de tal prodigio, y la gloria de la empresa le correspondió a una criatura imaginaria llamada William Shakespeare.

Ciertas investigaciones, más descabelladas aún, llegan a defender la hipótesis absurda de que el autor real de varias obras atribuidas al genio denominado por el judío Harold Bloom como “el inventor de lo humano", fue  un futbolista estadounidense homónimo, William (Valentine) Shakespeare, jugador que en 1984 fue integrado con carácter póstumo al Salón de la Fama del Fútbol Americano Universitario.

A pesar de la polémica indudablemente abierta, esta última hipótesis resulta completamente insostenible, pues no respeta de modo mínimo aquello que la epistemología define como Principio de Parsimonia.

Pero indudable resulta, a través de los siglos, la originalidad total en la gran obra de Cide Hamete Benengeli

¡Oh, Vanidad!: caligrafía en el polvo.

Santo Domingo, R. D.

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