martes, 30 de agosto de 2011

Canto/Autorretrato

"Afuera del afuera: tenaz la vida fluye su rata en los escombros… milagro miserable, mas milagro. ¿Por qué alguien escribe, pinta, miente? ..." Francis Bacon, vuelve. Slaughterhouse's crucifixion. A.A.B.
                                                   
                  Francis Bacon. Autorretrato. 1973. Óleo sobre tela.                                 


Por Armando Almánzar Botello



...¿percibes con claridad el devenir intenso rata/ de la cara justo flujo en los labios del autorretrato?

la e-rrata-ectoplasma emerge de espaldas próximo vapor a una boca-hombro/ de la imagen cayendo en la zona cero izquierda del autorretrato-hombre. ¿lado derecho del rostro figura/ errata fata morgana/ sibyllina-oráculo?.....    ¿putrefacta?..... ¡edifico y derrumbo!

devenir hembra de rata la cabeza de la e-rrata estalla borrosa dirigida hacia la sombra. hacia Otra las narices quizá la más nariz de las narices por el rostro supernumerario llueve caras: ¡la muerte! 

la e-rrata-ectoplasma chilla teatro de la carne dolorosa caída de su rostro en el abismo-cara. su devenir carne-desierto… cuerpo sin órganos. grafemas mastica. eyacula. escribiendo en el filo del cuchillo lo real. ¡shiva! goce-intensivo-doloroso y flujo/ nariz-falo-clítoris/ ano-boca-vulva negra…¡danza lenta kali-parvati!... pliegue despliegue repliegue... ¡todo vacío!... 

alcoholes a dúo del abismo: la e-rrata chilla fuerzas devenir turbulento. ¡otro mundo! la carne intensa. ¡rota! se afirma con…¡contra!… la negrura intratable de la muerte ¡y punto!… tinta-jinete indeleble y con… su olor a rata mal ‘haliento’ de retrete. de retrato acre olor del ocre/ cadáver persistente… oleoputrefacto. otro mundo por venir. ¡¡¡rostro en rito aquí en e-rrrata!!!




© Armando Almánzar-Botello.
Santo Domingo, República Dominicana.

martes, 23 de agosto de 2011

Everything and Nothing


                                                                     
Por Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 24 de agosto de 1899 - 14 de junio de 1986)



Nadie hubo en él; detrás de su rostro (que aun a través de las malas pinturas de la época no se parece a ningún otro) y de sus palabras, que eran copiosas, fantás­ticas y agitadas, no había más que un poco de frío, un sueño no soñado por alguien. Al principio creyó que todas las personas eran como él, pero la extrañeza de un compañero, con el que había empezado a comentar esa vacuidad, le reveló su error y le dejó sentir, para siempre, que un individuo no debe diferir de su especie. Alguna vez pensó que en los libros hallaría remedio para su mal y así aprendió el poco latín y menos griego de que habla­ría un contemporáneo; después consideró que en el ejer­cicio de un rito elemental de la humanidad, bien podía estar lo que buscaba y se dejó iniciar por Anne Hathaway, durante una larga siesta de junio. 

A los veintitantos años fue a Londres. Instintivamente, ya se había adiestrado en el hábito de simular que era alguien, para que no se descubriera su condición de nadie; en Londres encontró la profesión a la que estaba predestinado, la del actor, que en un escenario, juega a ser otro, ante un concurso de personas que juegan a tomarlo por aquel otro. Las tareas histriónicas le enseñaron una felicidad singular, acaso la primera que conoció; pero aclamado el último verso y retirado de la escena el último muerto, el odiado sabor de la irrealidad recaía sobre él. Dejaba de ser Ferrex o Tamerlán y volvía a ser nadie. Acosado, dio en imaginar otros héroes y otras fábulas trágicas. Así, mientras el cuerpo cumplía su destino de cuerpo, en lupanares y tabernas de Londres, el alma que lo habitaba era César, que desoye la admonición del augur, y Julieta, que aborrece a la alondra, y Macbeth, que conversa en el páramo con las brujas que también son las parcas. Nadie fue tantos hombres como aquel hombre, que a semejan­za del egipcio Proteo pudo agotar todas las apariencias del ser. A veces, dejó en algún recodo de la obra una confesión, seguro de que no la descifrarían; Ricardo a­firma que en su sola persona, hace el papel de muchos, y Yago dice con curiosas palabras no soy lo que soy. La identidad fundamental del existir, soñar y representar le inspiró pasajes famosos.

Veinte años persistió en esa alucinación dirigida, pero una mañana le sobrecogieron el hastío y el horror de ser tantos reyes que mueren por la espada y tantos desdicha­dos amantes que convergen, divergen y melodiosamente agonizan. Aquel mismo día resolvió la venta de su teatro. Antes de una semana había regresado al pueblo natal, donde recuperó los árboles y el río de la niñez y no los vinculó a aquellos otros que había celebrado su musa, ilustres de alusión mitológica y de voces latinas. Tenía que ser alguien; fue un empresario retirado que ha hecho fortuna y a quien le interesan los préstamos, los litigios y la pequeña usura. En ese carácter dictó el árido testa­mento que conocernos, del que deliberadamente excluyó todo rasgo patético o literario. Solían visitar su retiro amigos de Londres, y él retomaba para ellos el papel de poeta.

La historia agrega que, antes o después de morir, se supo frente a Dios y le dijo: Yo, que tantos hombres he sido en vano, quiero ser uno y yo. La voz de Dios le contestó desde un torbellino: Yo tampoco soy; yo soñé el mundo como tú soñaste tu obra, mi Shakespeare, y entre las formas de mi sueño estás tú, que como yo eres muchos y nadie.

jueves, 18 de agosto de 2011

Tyche

"Que nadie diga que amor procede del azar". 
Ezra Pound



Por Armando Almánzar Botello




Ahora llueve... ¡y siempre en la memoria llueven letras!
Rumor abstracto en tiempo ya pasado…

Sin embargo, desde el mundo remoto de Aristóteles llueve, llueve incertidumbre, llueve azar. Y lo fortuito, contingente, siempre ha sido este encuentro: el de la lluvia con tu piel, sobre mi piel, aquí en nosotros… en ocasiones juntos, en otras muy distantes, pero ahora latiendo realidad, en la dicha indestructible de tocarnos.                                   

Hay un cesa-de no escribirse a través de la distancia. El "encuentro casual de dos huellas en el exilio", a veces.

El desencuentro es un azar irrelevante, que de hecho no es azar sino un fantasma. "Lo que pudo haber sido es una mera abstracción que permanece como eterna posibilidad sólo en un mundo de  especulación", ya lo dijo Eliot.

Esa forma aparente del azar es por cierto lo imposible:
"Lo que no-cesa-de no-escribirse". Lo quizá perdido para siempre.

No debemos confundir la contingencia con su sombra.

¿Es bello acaso el DESENCUENTRO fortuito,
sobre una mesa de disección,  de una solícita máquina de coser y un lúcido paraguas pensativo?

La belleza del desencuentro florece 
desde la posibilidad del encuentro. Pero más bella
es la cita que se ofrece, deslumbrante,
derrotando el abismo y todo posible incumplimiento.

¿Únicamente lo que brilla por su ausencia es el poema?  
¿La falta o el desierto inicuo de mi ser     en otros posibles universos?

Tan sólo así podría acontecer, si el poema siempre se mirara solitario y de soslayo,                                       en el espejo barroco de su ausencia.

En el lanzamiento de dados afirmamos el azar 
-cuando el anhelo, indeciso, revolotea en el misterio-, mas cuando caen obstinados a la mesa, al fulgor oscuro de la tierra sabia, 
forman el encuentro perfecto, 
el que tenía que ser y tú lo sabes: 
la combinación contingente, bella como tú y luminosa, de dos cifras enigmáticas de sangre.

Si bien ahora se alumbra nuestra fiesta en la pura necesidad irracional, y se sustenta en el azar y su vacío, bien podría la escritura limpiamente, continuando el furor imperturbable de la danza, definir, tal vez, todo un destino…

Pensar después de la caída de los dados, en las combinaciones que pudieron haber sido, es también pensar en el azar, pero más bien en su vertiente débil. En esa dimensión donde su rostro paradójico se ofrece igual a un imposible: su marchito y borrado espectro irrelevante.

Mas lo posible, lo imposible y lo real convergen ya en lo neutro, en el instante móvil, inmóvil que dice: nos dice: y sin cesar ahora decimos: ¡el poema!                                                                                                                                                                
                                                


Septiembre de 2011
Santo Domingo, República Dominicana



miércoles, 17 de agosto de 2011

Transcripción

 (Slaughterhouse's Crucifixion)


  Francis Bacon. Tres estudios de figuras al pie de una crucifixión, 1944. 
                                  Tríptico. Óleo y pastel sobre cartón.                               

Por Armando Almánzar Botello

Al poeta Enrique Eusebio



Proscriptos Cristo, Critias y Critón
                                                      críptico escribo.
Cribo a Platón –en rejalgar y arsénico nativo
Transcribo/
                  el cráter terco del infrasentido.

¡Kram salabatam kriobram trampalam!
la tierra terrible en terremoto
la carne sufriente  –accidente creciente–
donde lengua   ojos   frente
                                            /colmillos/
garganta y rotos labios    gruñen
su abismo dolorido
su orden disonante de música herida.
¡Kram salabatam kriobram trampalam!

Mancha de tinta en arco ciego borro.  Muerdo
fonemas caídos en el polvo. El madero araño.
Letras loco raspo de zapatos viejos. Escupo
luz amarga/ consignas eternas/ lúcido me cribo. 
Mi ausencia infame inscribo en cielo albo. Semen
dios destila…
                     ¡Kram salabatam kriobram trampalam!

Siento con Artaud de nuevo el pensamiento   soplo/
combato                con su nombre alto subvierto
lo imposible/
                     deletreo perdido casi un dios de sangre
             /lloro/              de bruces
roto con la risa  –arde roja espada                           en la consciencia fría–.                   ¡Yerta!
Se obnubila el ojo de núbiles desastres.    Cae/
grita el yo testigo/ 
prescrita su corona de fulgor y espinas.  Pene
Vulva     Pena    Himeneo febril de dolor y carne.
¡Oscuro el vino ríe su júbilo que danza!

¡Kram salabatam kriobram trampalam!

Verga ciega muerde
misterios de Dionisos    (llanto sobre un muerto):
No Ariadna todavía.             Persigo
                                prosigo
el rugir gozoso del infrasentido         ya vuelo ya subo
arribo glorioso en las alas del vino     al silente piadoso
esplendor del sentido.
    
                                    Al fin / el reverso / 
derrumbe inmortal
                             de los versos:

 ¡brilla limpio el cadáver en la página blanca!




                                                                   

Enero de 2006
Santo Domingo, R.D.
Texto tomado del libro Francis Bacon, vuelve.
Slaughterhouse's Crucifixion. Editora Ángeles de Fierro, 2007.




lunes, 1 de agosto de 2011

VALSE TRISTE

"La noche no es un espacio. Es una amenaza de eternidad.Gaston Bachelard

                                                                       

Por Armando Almánzar Botello

A  S. A.


Al compás de Jean Sibelius y su "Valse Triste", vuelve ahora en la tarde a mi escritura su memoria...

Allá por el año de 1978, en un ensanche de la Ciudad de Santo Domingo, una bella y extraordinaria mujer, desnuda y confundida en la noche alta poco después de la rotura accidental en nuestra casa de una hermosa y pequeña porcelana que representaba al dios Apolo, se quiso arrojar súbitamente desde la azotea de nuestro cuarto piso. Comenzó  turbulento el pelo suelto, a subir con gran furor las escaleras. Corrí tras ella, sorprendido y angustiado. En el momento de su arrebato suicida escuchábamos "Finlandia" de Sibelius. 

Con anterioridad habíamos degustado en el tocadiscos del dormitorio, jubilosa y eróticamente, composiciones jazzísticas de Wayne Shorter, Miles Davis y Sonny Rollins... no son ahora muy precisos mis recuerdos...

Después de "fare l'amore", conversábamos ella y yo en la cama, pausadamente, con extrema y aparente cordura y envueltos en la niebla y las alturas de Finlandia... De repente, escuchamos un estrépito breve y seco en la sala. Al percibir el ruido, —estábamos completamente solos en nuestra casa—, corrimos desnudos hacia la sala y descubrimos la pequeña catástrofe. Al parecer, el viento suave de la noche había penetrado por las persianas abiertas del salón, agitó las cortinas y éstas derribaron la pequeña estatua que reposaba sobre un estante de madera a la altura de las rejillas. Recogimos los menudos trozos de la escultura, los colocamos en el cesto de los desperdicios, y en silencio regresamos al dormitorio... Transcurrieron unos minutos de negrura que me parecieron eternos, y entonces, como un golpe terrible de lo incierto, ¡surgió de improviso la "vocación de abismo!"...

¿Impacto insospechado de la música brumosa de Sibelius? ¿Súbito retorno de la fragilidad originaria de la mente, siempre al borde de todos los abismos? ¿Misterios remotos de la noche rojiza en la vulnerable memoria lisérgica?...

Como he dicho, corrí desesperado tras ella...

Después, ya de nuevo sosegada y a salvo entre mis brazos, la mujer me confesó, pausadamente, que sintió en el momento de su rapto autodestructivo que me amaba tan intensamente pero sin ninguna garantía o esperanza, que al romperse la estatuilla de Apolo contempló, en ese pequeño accidente, la destrucción de todo el Universo...

Amor, el atardecer siempre te mira nimbado de lejanía... y sin embargo...

¡Oh, vanidad: caligrafía en el... polvo!



Armando Almánzar Botello © 2011
Santo Domingo, Rep. Dominicana.