domingo, 13 de noviembre de 2011

EL FALSO LAMA




Por Armando Almánzar Botello


En otro mundo postmoderno a este mundo paralelo, un falso Lama lerdo, ladrón de tomo y lomo, escupía como un loco las sagradas escrituras, mataba sin piedad a los mosquitos, comía zanahorias a escondidas con vacunos, porcinos y caprinos, despreciaba la verdad de los espejos… en fin, ¡era muy malo!

El Lama era tan malo que parecía un Papa. Lamía simplemente su Nembutsu. Comía cocaleca. Prestaba con usura. Jamás lavaba con las manos sus propios calzoncillos. Jugaba con la suerte y la muerte de pupilos. Hacía chantaje a viudas. Robaba un alto porcentaje de su esfuerzo a los humildes. Bailaba renqueando. Simulaba con mil mañas un saber que no tenía. Con muelas que llamaba presumido “poesía”, montaba levemente a los tontos en su mula. Por supuesto, maloliente mula mala.

En oculto muladar, el Lama lamía malicioso a miles de mulatos y mulatas… y multaba… Apoyado en el poder del Monasterio, triunfaba siempre su bobada… triunfaban sus perversas papilas gustativas.

Un día, a una Dama, el falso Lama la mano le pasaba y casi casi el sueño le besaba. –¡Oh!–dijo la Dama– ¡qué mal aliento, Lama!-. Y el Lama, avergonzado, corrió con su halitosis rumbo hacia el lavabo, tomó cepillo y pasta, se vio la verdad al fin en el espejo, mas lo hizo con tanta mala suerte que murió en el aséptico acto de escritura, electrocutado por la lengua con el cepillo eléctrico.


Plutarco Maximiliano Andrade. Leyendas Budistas Postmodernas. Página 3274

© Armando Almánzar-Botello
Santo Domingo, República Dominicana.

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