domingo, 30 de agosto de 2009

Poema a una mujer

La Jungla. Wifredo Lam



Él quiere oler tu nombre hasta salirse de las filas. Desgarrarte y que tu hambre sin medida lo desgarre, lentamente. Pene-trarte y que tu sombra rabiosa lo penetre, de modo inverosímil, pero cierto. Ofrecerte su alma de Zar enardecida y su botella de salvación supra-sideral y mística; la que encierra en su misterio a un barco velero y su potente infinitud de Universo...

Él anhela besar con devoción tu rosa negra, y lamerte el pistilo con su estilo y con su estigma-, y que seas tú para él su benjamín, su caracol, su espiral, su coliflor, su muchachito…

De tus recónditos humores quiere la tierna promesa de lo eterno...

Mordisquear dulcemente la aureola de tu ser aspira; melodía inoída hollar en tu sueño erguido que lo arrebata quiere, y olvidar las líneas de su rostro en tu reposado fluir de flor que se despierta.

¡Cómo bañar este insomnio amargo en el rocío lúcido de tus entrepétalos! ¡Cómo evitar el naufragio sordo, el aullido y la caída ciega en el terror perfumado de una carne que piensa!

En cubos transparentes de cristal, copula el innombrable con tu oscuridad entreabierta.

Él desea beber tu convulso silencio, y cogerte como su perra celeste y coronarte, desnudándote la herida con el beso más impuro en el desértico grito de tu adentro, de tu alta y todavía indescifrada frente…

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