miércoles, 21 de noviembre de 2012

YO “OPINO”: ¡Sí, creo en la comunicación como vínculo social!

Julia Kristeva

Por Armando Almánzar-Botello

A Rossanna Wagenaar, 
con admiración y afecto.


El lenguaje produce originariamente pensamiento, aunque éste no se presente desde el principio de la operatividad significante bajo la forma de pensamiento lógico-identitario y predicativo.

El lenguaje es una productividad en marcha que se inicia con la generación de "sinsentido". Sobre dicho "sinsentido", producido por la red pulsional de los fonemas no semantizados —“sinsentido” a entender no como ausencia de sentido sino como exceso no regulado de sentido—, se edifica la “intención significativa” cerrada, comunicativa, compartida, que hace vínculo social.

Julia Kristeva, filósofa especialista en lingüística y en psicoanálisis, desde la perspectiva de lo que podría entenderse como su primera obra magna, su tesis titulada La Révolution Du Langage Poétique: L'avant-Garde À La Fin Du XIXe Siècle, Lautréamont Et Mallarmé. Paris. Éditions du Seuil, 1974 (La revolución del lenguaje poético. La vanguardia a finales del siglo XIX: Lautréamont y Mallarmé), consideraba que antes del funcionamiento de lo "Simbólico" comunicativo (ésta es su terminología), basado en el signo, en la sintaxis y en la transmisión de significaciones abstractas y denotaciones estables, opera, como una “anterioridad cronológica y sincrónicamente transversal al signo”, a la denotación y a dicha sintaxis, una productividad "Semiótica” (Kristeva la relaciona con el concepto platónico de “chora” o matriz) vinculada con el ritmo, la prosodia, el juego de palabras, la risa, la glosolalia (vocalizaciones sin sentido preciso, específico, pero cargadas de intensidades pulsionales inconscientes y de afectos).

Kristeva establece que lo “simbólico comunicativo” no es un origen, sino que es más bien el efecto de un “proceso semiótico de producción” anterior al sentido regulado como significación transmisible, comunicable a través de un discurso normalizado por la sintaxis y por una cierta univocidad semántica.

De modo pues que el proceso significante comporta, en su realización compleja, la conjunción de una productividad semiótica no mensurable (dimensión del pensamiento no-identitario previo a la comunicación), y la dimensión de las significaciones cerradas, intencionales, que hacen vínculo social.

No obstante, esta complejidad o tensión dialéctica entre lo “semiótico” y lo “simbólico”, entre lo no idéntico y aquello regulado por la lógica de la identidad, es algo irreductible: siempre decimos, aunque haya comunicación basada en la dimensión identitaria del significado, “más de lo que creemos decir", menos de lo que espera el receptor de nuestro mensaje, otra cosa distinta a lo que nuestra intencionalidad significativa cree “expresar”, etc. 

Esa polivalencia conflictiva es parte de la comunicación cotidiana, ordinaria, llena de inevitables malentendidos, que precisamente el discurso científico, como tal, intenta reducir o eliminar... sin lograrlo plenamente jamás.

Lo que sí debe entenderse con "toda" claridad, dentro de lo posible, es que pensar estos problemas no es lo mismo que leer el periódico con las novedades del día o ver el noticiero por televisión.

¡Existen lenguajes especializados! No todos podemos “comprender”, sin previa formación en un área específica, un mensaje determinado y/o culpar al emisor de dicho mensaje por nuestra eventual incapacidad para entender el asunto.

No todo el mundo desempeña el papel de divulgador-simplificador de problemas. Pero tampoco nuestra capacidad de entendimiento es la medida universal de todo lo que se puede pensar críticamente más allá de la mera opinión. Se requiere, para saber por “dónde va la pelota” en un determinado contexto conceptual, de un esfuerzo de comprensión aplicado sobre una masa crítica y ordenada de conocimientos previos.

Como decía, más o menos, Albert Einstein cuando los periodistas le pedían una explicación “rápida y didáctica” de la Teoría de la Relatividad: Si puedo hacer que personas sin formación en filosofía, cosmología, matemáticas superiores, cálculo tensorial, lógica simbólica, y sin conocimientos del estado actual de la ciencia física, "comprendan" la teoría de la relatividad, eso que “comprenderían”, ¡ya no sería la teoría de la relatividad!

¡Y sí, creo en la comunicación como vínculo social!




© Armando Almánzar-Botello
Santo Domingo, República Dominicana.

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